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domingo, 23 de marzo de 2014

REFLEXIÓN PARA ESTE DOMNGO DE DON MANUEL


DOMINGO TERCERO DE CUAREMA “A”

       Queridos cofrades, hermanos y hermanas.
       Este hermoso Evangelio ha sido para los cristianos de todos los tiempos una catequesis de preparación para la recepción del Sacramento del Bautismo en la Vigilia Pascual… También nos sirve a nosotros para actualizar  nuestra vida cristiana y, en la noche de Pascua, reafirmar las exigencias de nuestro bautismo: Renunciaremos a… y afirmaremos nuestro Sí a Jesús y a los valores de su Reino. Se comprende por qué.

A) EL ENCUENTRO CON JESÚS REHACE LA VIDA
        En la conversación con la mujer Samaritana se muestra de qué modo  el encuentro de Jesús  REHACE LA VIDA DE LA PERSONA: Que beber el agua que Él nos da, o sea, seguirle, ir con Él, caminar a su lado, es capaz de renovarnos, de abrir en nosotros una vida nueva.

      El bautismo es precisamente esto: Acercarnos a Jesús, beber del agua que Él nos da, su Espíritu, su amor. El agua que Jesús nos ofrece, es la que brota de la roca de su costado, la que se convierte en “surtidor de agua viva, que salta hasta la vida eterna”. No es otra cosa que el Espíritu Santo, del que dice San Pablo que “ha sido derramado en nuestros corazones, el amor de Dios”.
  

       “El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed”. Así promete Jesús la satisfacción plena: nuestros deseos cumplidos, nuestros dolores calmados, nuestras pasiones liberadas, nuestras hambres satisfechas y nuestras esperanzas a tope. Y el secreto de tanta dicha está en el Espíritu de Jesús derramado sobre nosotros, un manantial de paz, de gozo, de luz, de fuerza, amor, de vida.

       B) RESPUESTA DE LA SAMARITANA.

       La Samaritana ya no tendrá necesidad de volver al pozo, ni  de buscar marido... El Mesías, Jesús se desposará con ella y le dará en dote el don del Espíritu por el que podrá “adorar al Padre en Espíritu y en verdad”. No necesitará volver al pozo, porque en ella ha nacido el pozo vivo; no necesitará buscar otro marido, por que ya encontró el Verdadero: Jesucristo

B)  TAMBIÉN NOSOTROS.
        Este proceso, hermanos, se ha realizado en la vida de cada uno de nosotros, y se ha de seguir realizando en nuestro futuro. En nuestro caminar por la vida (desierto), Dios nos prueba: pasamos dificultades…, tenemos sed… y a veces nos preguntamos, ¿está o no está Dios con nosotros? Y solo desde la fe en Él, surgirá el milagro: Un agua que brota de la roca o del corazón y te satisface y te llena de estímulo, de alegría y de vida.
         A veces buscamos saciar nuestra sed de felicidad y de vida en las cosas: sexo, placer, consumo…, y nos damos cuenta de que lo que necesitamos no son tantas cosas, sino OTRA COSA; no materialidades sino ESPÍRITU, no más aguas del mismo pozo, sino OTRO POZO;  no otro esposo, sino EL ESPOSO FIEL; no otro amor más, sino EL VERDADERO AMOR, JESUCRISTO, DIOS Y HOMBRE VERDADERO.
        Buscamos satisfacer, como la Samaritana, nuestra sed en los ídolos, caminando a ciegas y sin libertad de un dios a otro. Es la sed de la humanidad doliente y religiosa, pero que no encuentra al Dios que  la salve, la libere y la llene de luz y vida.

       Sin embargo Jesús sale a nuestro encuentro y nos pide de beber, como hombre, para saciar nuestra sed, como Dios. Jesús tenía sed en la cruz: sed de amor, de manifestar a todos su amor, de salvar a todos con su amor.

       APLICACIONES:

      Jesús quiere calmar tu sed: Te dio su Espíritu, un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. ¿Cuál es tu situación hoy? ¿Sigues calmando tu sed de vida en Jesús, en su Palabra, en el Sacramento de la alegría de su perdón, en tu oración personal con Él… y, sobre todo, en la Eucaristía  y en el encuentro fraterno con los hermanos?

       Este es el tiempo oportuno de la gracia, centra tu vida en Él.

                       DÍLE: ¡SEÑOR, DAME ESA AGUA!

       Y no olvides que LA EUCARISTIA es el surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. Ya lo dijo Él: “El que coma mi carne y beba mi sangre tiene vida eterna”.

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