MIÉRCOLES DE CENIZA
Queridos hermanos… Con el Miércoles de Ceniza iniciamos el camino
cuaresmal, un camino de vida hacia la Pascua; una llamada a abrirnos a la vida,
a la vida que es Dios, una hermosa oportunidad para mejorar nuestra relación
con Dios, con los hermanos y con nosotros mismos.
Hoy
al imponernos el sacerdote la ceniza utilizará la formula: “Acuérdate de que eres polvo…”,para
recordarnos que somos seres frágiles y mortales…; y la fórmula: “Convertíos
y creed en el Evangelio”, que nos invita claramente a la conversión,
tal como nos proponía Benedicto XVI en su carta pastoral Porta fidei: “El
año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor,
único Salvador del mundo”. Y esta conversión no pasa tanto por unas
prácticas penitenciales como por “creer en el Evangelio”. Este es el
reto de cada Cuaresma: creer en el Evangelio.
1.- En tres ámbitos o dimensiones vitales.
El
Evangelio de hoy nos advierte de que lo que cuenta no es quedar bien, tan
arraigado en la gente y en nosotros mismos, sino vivir con coherencia bajo la
mirada amorosa de Dios. Y nos propone tres
prácticas penitenciales, que si afinamos los cinco sentidos, son un gran
examen (de cuarenta días, como Jesús en el desierto) sobre nuestras relaciones
con los demás (la limosna), con Dios
(la oración) y con uno mismo (el ayuno).
2.- La limosna: la relación
con los demás.
Es
demasiado fácil proponerse aumentar un poco la limosna a los pobres que tenemos
a nuestro alcance… El director de Caritas de Jaén explica una experiencia
sorprendente: un pobre que se dirige a su benefactor (siempre generoso, aunque
hoy se ha olvidado la cartera) y le agradece la limosna más valiosa: mirarlo y
dirigirle la palabra.
Esta
larga crisis económica, con tantas consecuencias en la vida cotidiana de tantas
personas, nos obliga a replantearnos
nuestra relación con los demás: los parados, los desahuciados, los jóvenes
que no encuentran trabajo, los presos que se quieren reinsertar, las personas
mayores dependientes… este es el reto de una limosna bien entendida.
3.- La oración: la relación con Dios-.
No se
trata tampoco de rezar más o menos, sino de rehacer o repensar nuestra relación
con Dios, de rehacer nuestra imagen de
Dios, tan maltrecha, tan distorsionada. En una novela reciente de J. Cabré,
“Yo confieso”, el protagonista dice
con irritación: Y este es el Dios de algunos creyentes que viven “No quiero tratos con este Dios”. más
anclados en un Dios del Antiguo Testamento, que se irrita, que castiga, que en
el Padre bueno de nuestro Señor Jesucristo…, este es el reto de una oración
bien entendida.
4.- El ayuno: la relación con uno mismo.
Quizá hemos confundido el ayuno con unas prácticas que muchos siguen
simplemente para estar en forma, para reducir peso, para mejorar su imagen,
cuando de hecho, lo que nos plantea, es la relación
profunda con nosotros mismos.
Recuperaremos la paz con nosotros mismos cuando nos decidamos a vivir con coraje nuestra vocación cristiana.
Ser y vivir como hijos amados del Padre del cielo… este es el reto de un ayuno
bien entendido.
La
Eucaristía de este Miércoles de Ceniza, vivida con coherencia, nos conducirá a
la Eucaristía pascual, después de pasar por los misterios de la pasión y
muerte.
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