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domingo, 9 de febrero de 2014

REFLEXIÓN DE DON MANUEL


DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO “A” HAMBRE

     Queridos hermanos celebramos este Domingo, segundo del mes de Febrero, como ya es habitual, la Jornada Nacional de Manos Unidas, Campaña contra el hambre, nº 55 con el lema: UN MUNDO NUEVO, PROYECTO COMÚN. Se quiere subrayar que el hambre como problema mundial requiere igualmente de una solución mundial y de una alianza muy sólida de todos, tanto los países desarrollados como los que están en desarrollo

     En el cartel de este año, aparecen numerosas siluetas relativas a la educación, la sanidad, el trabajo, la igualdad, el comercio justo, la paz, el voluntariado, la justicia… y otras formando un planeta que construimos entre todos, con una imagen central que expresa crecimiento en fraternidad y en paz. Tanto el cartel como el lema nos quieren transmitir que todos estamos involucrados en este nuevo proyecto de sociedad.

     Hacia ese proyecto fraterno avanzamos en Manos Unidas desde sus orígenes, hace más de cincuenta años, y para hacerlo posible hacen falta cambios tanto individuales como estructurales. Podemos avanzar hacia él, humanizando nuestras relaciones, desterrando la “lógica del interés” y cultivando la “lógica del don”, promoviendo a cultura del “cuidado del otro” frente a la insensibilidad ante el sufrimiento, adoptando estilos de vida más austeros, comprometiéndonos ante las necesidades que observamos o implicándonos en los trabajos de aquellas personas que ayudan a hacer presentes en nuestra sociedad los valores del evangelio.

     El Papa Francisco en su reciente exhortación apostólica Evangelii gaudium nos habla de los cambios sociales que necesitamos. Clama contra una “economía de la exclusión”, que “considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar” y en la que “los excluidos no son explotados, sino desechos, sobrantes”. Igualmente denuncia una “economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”, así como el “consumismo desenfrenado unido a la iniquidad”.                 “Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone; requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos, específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo”

     ¿No será que los esfuerzos que nacen solo de los hombres acaban fracasados por nuestra fragilidad y pecados? Solo la luz que viene de lo alto, testimoniada por el profeta Isaías, es capaz de iluminar nuestros corazones en el camino de la paz y del verdadero desarrollo de los pueblos. Los fieles cristianos somos sal y luz, testigos de la caridad de Cristo, y estamos llamados a llevar esa luz y sabiduría en el trabajo, con todos los hombres, por un mundo mejor.

     Por eso Manos Unidas, expresión de la caridad de Cristo, quiere seguir dando respuesta a todas las necesidades de los hombres. Su apoyo llega a comunidades humanas muy desfavorecidas en más de cincuenta países, y este ingente trabajo es posible gracias a tantas personas como la apoyan de distintas maneras, con voluntariado y con contribuciones económicas.
     Los que colaboramos desde aquí, junto con quienes lo hacen allí, en el sur, atendiendo a la buena marcha de los proyectos (entre ellos los misioneros) y las comunidades destinatarias, unidos, formamos una hermosa imagen de ese “mundo nuevo” al que aspiramos.                   

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