DOMINGO 2º DEL TIEMPO
ORDINARIO CICLO “A”
INTRODUCCIÓN: El Domingo pasado
comenzamos a celebrar la Vida Pública de Jesús, con la Fiesta de su Bautismo.
Vimos que Jesús, después de prepararse en el retiro de Nazaret, para comenzar
su misión, era bautizado en el río Jordán por Juan Bautista: El Espíritu Santo
descendió sobre Jesús y el Padre lo proclamaba su Hijo Amado, al que debemos
escuchar, para recibir su vida.
1.- CORDERO DE DIOS QUE
QUITA EL PECADO DEL MUNDO.
Hoy aparece Jesús,
presentado por Juan Bautista con estas palabras: “El Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo”. ¿Qué
significado tienen estas palabras? En estas palabras se condensa, se encierra
la misión redentora de Jesús. Quiere expresar que Jesús ha hecho suyo, ha
asumido con toda solidaridad el pecado, el mal, que todos los hombres sufrimos;
así, compartiendo totalmente nuestra vida, ha sido también fiel a Dios, hasta
ser ejecutado, hasta ser sacado de en medio de sus hermanos. Así, alguien como
nosotros vive plenamente el amor y la verdad de Dios.
Consecuencias: Desde
entonces ya no habrá esa barrera que nos impedía a las personas participar del amor pleno, de
la vida plena que es Dios. Jesús ha roto esa barrera, y nosotros tenemos ya el
camino libre, si nos agarramos a Él, si lo seguimos. Esta es la Redención, la
liberación del pecado, esta es su obra.
2.- EL, HA DE BAUTIZAR
CON ESPÍRITU SANTO.
Ahora, una vez abierto
el camino, hay que apuntarse a él, incorporarse a él. En realidad toda persona
que quiera vivir el amor entra ya en ese camino, lo sepa o no. Para nosotros
cristianos hay algo más: Tenemos un Sello que nos ha marcado y nos ha unido a
Jesús, nos ha hecho seguidores suyos de un modo pleno y reconocido. Por eso,
Juan nos ha dicho que Jesús viene a “Bautizarnos con Espíritu Santo”.
Nosotros por la fe y
por el bautismo, hemos recibido y seguimos recibiendo ese mismo Espíritu, que
movió a Jesús a lo largo de su vida y que lo condujo hasta la Resurrección.
Jesús pone y pondrá su Espíritu dentro de nosotros para que este seguimiento
pueda ser más pleno cada día, para ser continuadores de su misión en el mundo.
Nosotros también hemos
de anunciar y proclamar a Jesús como Juan Bautista. Y ello supone:
-
Reconocer que se ha hecho siervo por mí.
-
Beneficiarme de sus gracias, a través de
la oración, los Sacramentos, especialmente de la Penitencia, que hemos de
frecuentarla y la Eucaristía.
-
Asumir que esa es también nuestra tarea
y misión: luchar por quitar el pecado
del mundo, siendo siervos que reconcilian.
La Eucaristía. En ella se realiza la Palabra proclamada, Jesús, siervo entregado y por su entrega nos pasa y nos hace permanecer en la libertad. Comulguemos y luchemos por permanecer en la vida de Gracia y comuniquemos esa divina Gracia a todos los que viven con nosotros.
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