SOLEMNIDAD
DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO “C
La
Palabra de Dios proclamada y nuestra reflexión nos ayudan a captar que quiere
decir que Jesús es Rey, que se entiende por su Reino y lo que supone también
para nosotros y para nuestras vidas.
La
primera lectura nos ha presentado al Rey David, que une bajo su corona a todas
las tribus de Israel. Es el Rey de la unidad. Para los Judíos, es el rey por excelencia.
Su persona anuncia lo que el Mesías realizará en
plenitud.
Así
Cristo realiza en su persona, pero en la cruz, la unidad perfecta y definitiva
del Pueblo de Dios y de todo el género humano. “Dios Padre ha querido fundar todas las cosas en su Hijo muy amado” (oración),
“y todo se mantiene en Él” (2ª lectura), gracias a su amor.
Es por
ello vencedor y Señor de la muerte. “Primogénito de entre los muertos”.
Él no va sólo al Padre. Con Él va el buen ladrón y van con Él todos los que lo
aceptan como Rey: los pobres y los extraviados, los ladrones y publícanos, las
prostitutas..., todos los que desde el abismo de su pecado (pobreza) le claman
arrepentidos: “Acuérdate de mí cuando llegues
a tu Reino”.
Se han
abierto las puertas para aquellos que confiesan que el ajusticiado en la cruz y
que muere entre dos ladrones, es Dueño y Señor. Es el objetivo que todos los
cristianos hemos procurado conseguir y vivir este Año de la fe: “Redescubrir
la hermosura de la fe, adhiriéndonos a la persona de Jesucristo”
2.-
CONSTRUCTORES DEL REINO.
Pues
bien, desde esa experiencia de su amor de Dios, todo el que cree en Él, recibe
y ha de vivir involucrado en su misma
misión: Poner de manifiesto y construir en el mundo la Unidad del Reino que
Cristo ha venido a instaurar: El Reino eterno y universal, el Reino de verdad y
de vida, de santidad y de gracia, el Reino justicia, amor y de paz. ¿CÓMO HEMOS DE HACERLO?
- Siguiendo el camino trazado por Jesús:
y Él lo ha hecho con la fuerza del amor, un amor que lo ha levantado en la
cruz.
- Trabajando como Él por la humanización
siempre creciente de la creación, es
el proyecto permanente de Dios, pues todo trabajo por el Reino pasa por el
amor, única fuerza plenamente humana y transformadora.
-
Tengamos en cuenta que es un Reino Universal: Que la Buena Noticia que
anunciamos debe tomar cuerpo en todas las civilizaciones y culturas, lejos de
nosotros y a nuestro lado: en nuestro pueblo, en nuestro trabajo, familia,
grupos...
- Humanizar este mundo que nos rodea,
inyectarle amor, es hacer presente en este mismo mundo el Reino de Dios, es “reconciliar
todos los seres, haciendo la paz”.
- Hemos de orar más que nunca y llenarnos
de la fuerza de Palabra de Dios y del Pan de la Eucaristía, para con Jesús
y en su nombre, poner nuevo color en los corazones de todas las personas.
Qué
mejores conclusiones que estas para finalizar el “Año de la fe”. Así pues
hermanos y hermanas, amemos con el amor de Cristo y hagamos crecer el Reino de
Dios Padre entre nosotros. Con la fuerza del Espíritu Santo seamos testigos del
amor de Dios Uno y Trino en nuestro mundo.
En
esta Eucaristía, mientras compartimos en la fe y en la esperanza el Pan del
Reino, glorifiquemos a Jesucristo, agradezcámosle y pidámosle que aumente
nuestra fe, que ahora unidos vamos a confesar.
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