HOMENAJE
A NUESTROS MARTIRES
¡Alegrémonos con el Señor porque está grande con
nosotros!
Hoy trece de Octubre, en el Año de la fe,
quedará inscrito en nuestra Iglesia con letras de oro, pues 522 hermanos en la
fe serán proclamados por nuestra Madre la Iglesia Beatos Mártires; de ellos
siete hermanos son de nuestra Diócesis de Jaén.
Ante
la propuesta de renunciar a Dios o morir, prefirieron morir. No claudicaron de
su fe, de su condición sacerdotal, de su ser cristiano, de su vida consagrada.
Por ello, en este año de la fe, nuestra Diócesis con toda España está de
fiesta. Hay muchos sacerdotes diocesanos, 100, de los que tres son obispos: el
de Jaén, Lleida y auxiliar de Tarragona. Hay además tres seminaristas. Pero la
mayoría son religiosos: 411m de 25 ordenes distintas. Los laicos son solamente
8. En toral resultan 486 varones y 36 mujeres. Los 7 de Jaén son:
El
primero su Pastor: Manuel Basulto
Jiménez, Obispo Diocesano, siervo fiel y prudente que sirvió a nuestra
Iglesia durante 16 años.
Le
sigue su Vicario General y Deán de la Catedral, Félix Pérez Portela, venido de Madrid con el Obispo para servir a
esta Iglesia jiennense.
Francisco Solís Pedrajas, Párroco de
Mancha Real, sacerdote a carta cabal. Promotor de obras sociales, creador de
escuelas cristianas…
Francisco López Navarrete, Párroco de
Orcera. Llamado “padre de los pobres” porque con ellos compartía su mesa y
repartía sus bienes.
Victoria Valverde González, religiosa
dedicada a la enseñanza, que tenía como centro de su vida cristiana y
consagrada la Santa Misa diaria.
Manuel Aranda Espejo, joven seminarista
de Monte Lope Álvarez, con 20años, que se caracterizó por su amor a la
Eucaristía, alimento de su vida espiritual.
José María Poyatos Ruiz, un joven que
nació en Vilchez pero que vivió en Rus. Miembro de la Acción Católica y de la
Adoración Nocturna.
Nuestros mártires, que murieron perdonando, sean el mejor aliento y
estímulo para vivir con energía el tesoro de la fe.
ORACIÓN CON LOS MÁRTIRES DEL SIGLO XX
Padre
Dios, te damos gracias y te alabamos porque, en tu inmensa providencia, nos has
concedido la gracia de pertenecer a la Iglesia Diocesana de Jaén que hunde sus
raíces en el ejemplo de los mártires.
Te
agradecemos y reconocemos particularmente la acción de tu Espíritu en nuestros
hermanos que derramaron su sangre en el siglo XX. Al sentirse amados por tu
Hijo Jesús, fueron capaces de sacar fuerza en la dificultad para entregar por
Él su vida.
Reconocemos
tu amor al hacer posible que el martirio hay siso una realidad en todos los
ministerios y carismas de nuestra Diócesis: en el Obispo, en los sacerdotes. En
los jóvenes laicos, uno de ellos seminarista, y en los religiosos. Su ejemplo
nos enriquece a todos, y nos anima a mantener viva la llama de la fe cuando hoy
puede acecharnos el cansancio.
Expresamos la necesidad que sigue teniendo nuestra Iglesia de verdaderos
testigos que sepan llevar a otros la belleza de la fe, y así poder emprender la
evangelización con “nuevo ardor”.
Te
pedimos Padre que nos des la fuerza de tu Espíritu para que, a ejemplo de estos
hermanos nuestros, también nosotros seamos testigos de la alegría por haber
sido elegidos por tu Hijo Jesucristo, como hijos de esta Iglesia Diocesana de
Jaén.
Que
la madre de tu Hijo, la Virgen de la Cabeza, invocada a lo largo de
generaciones por gentes sencillas que en esta tierra la han reconocido como
madre de la fe, interceda por esta Iglesia martirial de Jaén. Amén
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