“En verdad los cristianos de Baeza cree que
el pan se transforma en carne y en sangre el vino”
Celebramos la gran Solemnidad del
Corpus Christi en Baeza, ciudad eminentemente eucarística, que está enmarcada
en el “Año de la fe”. Año en que toda la Iglesia ha sido convocada a vivir,
experimentar, crecer y extender nuestra fe, don inapreciable por el que podemos
llamar a Dios Padre, pues lo es, a vivir el misterio de nuestra Salvación en
Cristo Jesús con la fuerza del Espíritu Santo; don de la fe, por el que podemos
participar de la vida divina en la celebración de los Sacramentos de la
Iglesia.
Por eso Benedicto XVI nos decía en su
carta Porta Fidei: “Este año es una
ocasión propicia para intensificar la celebración del liturgia, y de modo
particular en la Eucaristía, que es “La cumbre a la que tiende la acción de la
Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza”.
Y así lo entiende y vive Baeza de
generación en generación, centrándose estos días en la reflexión, vivencia y
adoración del Santísimo Sacramento. Pues con el Pan de la eucaristía la fe se
alimenta y crece; con la luz que se irradia en la contemplación de la
eucaristía, la fe supera dificultades y dudas; con la fuerza del Sacrificio de
la Eucaristía, el compromiso cristiano en el servicio a los hermanos se
vigoriza y rejuvenece.
Todos, pues, estamos llamados a vivir
el año de la fe desde la Eucaristía y con la Eucaristía: celebración, contemplación,
exigencia de amor hacia los hermanos… como nos mandó el mismo Jesús: “haced
esto en memoria mía” y “ejemplo os he dado para que hagáis vosotros
lo mismo”. Yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies…
servíos como hermanos unos a otros.
Este, queridos hermanos, es el legado perpetuo y vivo que Jesús nos dejó
en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
Un Sacramento que siempre es preciso
replantear y revivir constantemente para que pueda “Otorgar su inagotable eficacia a todos los días de nuestra vida
mortal”
En verdad la Iglesia, Baeza, vive de
la Eucaristía, pues la Eucaristía es el alimento que permite vivir a la
comunidad y a cada uno de sus miembros. Y no solo alimenta a la vida actual,
recibida en el bautismo, sino que nos abre a la vida para siempre.
La Eucaristía posee tal riqueza de
contenidos que es inabarcable.
Si a uno de
nosotros nos preguntaran cuál es el acontecimiento más importante ocurrido en
la historia, responderíamos, sin duda, que Jesucristo, el Hijo de Dios hecho
hombre, que entregó su vida en la Cruz; que fue sepultado y resucitó, venciendo
la muerte. Y le diríamos que desde entonces la historia giró 360 grados.
Pues bien, ese acontecimiento
ocurrido en el tiempo de los hombres, permanece y sigue ocurriendo en cada
Eucaristía, en cada Misa, cuando el sacerdote repite las palabras y los gestos
de Jesús en la Última Cena, y nos mandó: “Haced esto en conmemoración mía”.
Así pues, la Eucaristía es el
memorial de la Muerte y Resurrección del Señor, instituido por Él mismo en la
última Cena; la Eucaristía actualiza y hace presente el sacrificio de Jesús en
la Cruz; la Eucaristía es presencia real de Jesús en el pan y en el vino; la
Eucaristía nos une íntimamente con Cristo por la comunión...
Tal riqueza nos inunda hoy
de sentimientos de fe y de asombro, de gratitud y admiración, de adoración y de
compromiso. Por ello, estos días:
BAEZA REAVIVA SU FE.
Creemos firmemente que está ahí en esa Hostia consagrada. Y seguirás en cada
Sagrario; que vives entre nosotros. Y nos ves y nos oyes. Tienes el mismo
corazón que tenías cuando vivías en Palestina. Allí curaste a ciegos, a cojos,
a leprosos... resucitaste a los muertos, dabas de comer a los hambrientos,
perdonabas a los pecadores... Por eso tenemos que acudir a Ti, ir más a menudo
al Sagrario, a la Santa Misa, a la Sagrada Comunión. ¿No hay ahora enfermos,
hambrientos, pecadores... no hay necesidades materiales y espirituales? Tal vez
haya menos fe que entonces. Aumenta nuestra fe en la Eucaristía. Te
necesitamos.
BAEZA DA GRACIAS. Gracias por
tu amor, Señor. Que el amor de Dios es lo más importante que puede recibir el
ser humano. Y Tú nos amaste hasta la locura, porque moriste por nosotros en la
Cruz, después de haberte hecho hombre. Gracias porque te quedaste con nosotros
en la Eucaristía hasta el fin del mundo. Y con la Eucaristía nos dejaste a los
sacerdotes. La Eucaristía es el Sacrificio diario por nuestros pecados, por
nuestras necesidades, y también por nuestros difuntos. Porque es banquete diario,
nuestra comida y nuestra bebida del alma y, como diría Santo Tomas de
Aquino:“banquete precioso, admirable y lleno de s”
BAEZA SE COMPROMETE. ¿Cómo le pagaré (mos) al Señor todo lo que me
ha hecho? Su amor hasta la locura, su perdón su misericordia, su cuerpo su
sangre, la Eucaristía, su Espíritu, la vida eterna. Creo que estos días, esta
semana venimos preparando nuestra respuesta: Nos replantearemos más y mejor
la vitalidad de nuestra fe; nos replantearemos las disposiciones espirituales
que han de presidir a quienes celebramos la Eucaristía. Y concretamos:
a) No nos alejaremos de Ti;
permaneceremos en tu amor, en tu gracia, en tu vida. Y ello supone, practicar,
celebrar bien los Sacramentos, sobre todo la Penitencia y la Eucaristía
Dominical, darte nuestro tiempo y nuestra vida, adorándote, darte nuestra
calles cada año mejor decoradas (no nos cansaremos de arreglarlas para Ti).
b) Potenciaremos nuestro apostolado
eucarístico. Quisiéramos que todos, niños, jóvenes, matrimonios y mayores te
conozcan más, te amen más, te reciban y disfruten de tu amor eucarístico, de tu
vida. Que los enfermos e impedidos te sigan
recibiendo... Que
los moribundos te reciban como Viático, como alimento para el tránsito a la
vida eterna. Que los niños de poscomunión no te olviden y sigan recibiéndote.
Que todos los cofrades te reciban y te lleven no sólo sobre sus espaldas, sino
también en sus corazones.
c) Nos amaremos como tu nos amas, con tu mismo
amor. Pues quien te come, quien te adora, quien te posee, ha de hacer de su
vida un banquete de amor.
Te prestaremos
nuestros pies para ir en busca del hermano que sufre; te dejaremos nuestras
manos para ayudar al pobre y afligido, te daremos nuestra voz para decir al
afligido una palabra de aliento... En definitiva, queremos hacer nuestras las
palabras de Juan Pablo II en su carta apostólica “Mane nobíscum, Domine”:
d) “Por el amor recíproco y, en especial, por el desvelo
por los necesitados, seremos reconocidos como discípulos auténticos de Cristo.
Este es el criterio básico con arreglo al cual se comprobará la autenticidad de
nuestras Eucaristías y de nuestro talante eucarístico y cristiano”
(nº 27-28)
Sólo nos queda pedirte
como los discípulos de Emaús:“QUEDATE CON
NOSOTROS, PORQUE ATARDECE”. Porque sin Ti, no podemos nada. Y haremos caso de tus Palabras: “Venid a Mí todos los que estáis cansados y
agobiados y encontrareis vuestro descanso, vuestra Paz”.
Gracias, Señor, por Eucaristía, por quedarte con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario