Hoy contemplamos a Jesús que, consciente de su misión, decide ir a Jerusalén a cumplir la voluntad del Padre. Jesús decide iniciar su último camino el que le llevará a su entrega total.
Imaginémonos a Jesús caminando con paso decidido, seguido de sus
discípulos. Pongámonos también nosotros entre los que le siguen.
Camina rápido. Nosotros le seguimos. Y durante el camino hay uno que
buenamente puedes ser tú, que le dice: “Señor, te seguiré” Y
Jesús le responde: “Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero
el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”Nosotros también lo hemos oído. No podemos seguir a Jesús cargados ... maletas..., porque seguir a Jesús no es ir de vacaciones o una distracción... Su carga es ligera.
Recordemos que
todos somos peregrinos de la vida. Si obedecemos a la llamada como Jesús
seremos bien acogidos, y nuestra herencia será el Señor.
Más
allá del camino encuentra a otro y le invita a seguirle: “Sígueme”
Pero no tiene el espíritu totalmente libre para hacerlo. No sigue el camino,
porque el camino es RENUNCIAR. Y hay cosas a las que resulta demasiado
difícil renunciar.
Y un
tercer personaje le dice él mismo: “Te seguiré, Señor”. Sin
embargo, qué lástima que ponga condiciones en el seguimiento del maestro. Y es
que no basta con la buena intención; hay que poner hechos.
Demasiado a menudo nos encontramos
atados con lazos casi imperceptibles, pero reales. De esta manera se adormece
el gusto y el ánimo para el seguimiento de Jesús.
Seguir a Jesús no deja de ser un estilo de vida. Un seguimiento que
reclama ligereza de equipaje y de espíritu; es decir, ser libres: “Andad
según el Espíritu”. Sólo con el contacto intimo del maestro volveremos
a conquistar el gusto para seguir a
Jesús.
Así
pues, Jesús hoy nos invita a seguirle, con la intención de ser elevados al
cielo, a la felicidad, a la plenitud. Contemplemos a Jesús, poco a poco
entenderemos y seremos capaces de llevar a cabo nuevos caminos que el Espíritu
nos irá mostrando.En cualquier recodo de nuestra vida encontraremos un momento, un dulce momento, en que Jesús nos dará su pan. Lo comeremos y comprenderemos que la Eucaristía es comida de peregrinos. Es el pan de Jesús. Y progresivamente iremos dejando otros alimentos que nuestra calculada provisión había hecho.
¿Sabremos seguir nuestro camino?
¿Seguiremos a Jesús? Sólo
tú eres el camino que lleva a la vida por la verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario