“Ha resucitado
el Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey”. (Antífona de
Comunión)
Hermanos, con estas
palabras expresa la liturgia el sentido de este Domingo IV de pascua, en el que
sobresale la imagen del Pastor hasta el punto de ser llamado “Domingo del Buen
Pastor”
Hoy
la Palabra de Dios, nos ha hecho repetir: “Somos su pueblo y ovejas de su
rebaño”, y Jesús nos invita a
escuchar su voz y a seguirlo. Y por otra parte, se nos recuerda lo que
hace Jesús por nosotros: nos conoce, nos tiene bien cogidos de su mano y nos da
la vida eterna. Nos conoce y nos ama y quiere que nosotros le conozcamos, le
amemos y le sigamos. ¡Ojalá lo hagamos con un conocimiento y un amor sin
límites como el suyo!
Él
nos ha dado la vida eterna entregando su vida por nosotros. El Pastor también
es el Cordero. En el libro del Apocalipsis el pueblo y las ovejas de su rebaño
son los que vienen de la gran tribulación, los que han lavado y blanqueado sus
mantos en la sangre del Cordero. Son los que están ante el trono de Dios
dándole culto día y noche. Así será también nuestra participación en la resurrección
de Cristo.
Mientras peregrinamos por este mundo Cristo-Pastor es el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo; unidos a Él desde el Bautismo, lavados y
purificados en su sangre, reconociéndole como el único Pastor, que nos conduce
hacia las fuentes de agua viva.
En
este tiempo nos corresponde también ser consecuente con la tarea encomendada
cuando fuimos ungidos tanto en el bautismo como en la confirmación o en la
ordenación sacerdotal: ser testigos de Jesucristo anunciando el Evangelio.
Una
lección que nunca debemos olvidar: “La
Iglesia existe para evangelizar”. ¿Cómo es que tratamos de justificarnos
diciendo que el mundo está muy mal, que la familia ya no es lo que era, que en
la escuela apenas nos dejan entrar, que los niños no prestan atención, que los
jóvenes van por otro lado...? ¿Por qué nos encerramos en lo nuestro y los
nuestros, dejando a tantos que están lejos a alejados?
Hoy
Cristo continúa siendo la Cabeza y Pastor de la Iglesia a través del ministerio
del Papa Francisco, Pastor humilde y sabio, vulnerable y fuerte, luminoso y
sereno, apacible y firme que el Señor nos ha otorgado y que necesitamos. Es el
Papa de la palabra y de la verdad; de la razón y del diálogo. El Papa de los
más lúcidos diagnósticos sobre el
momento eclesial, cultural y social que vivimos. Es el Papa pastor que clama
con insistencia, belleza y oportunidad que el mundo no puede vivir como si Dios
no existiera, o como si Dios y su Iglesia fuesen sus enemigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario