1.-
Queridos hermanos: Este tercer Domingo Pascua sigue invitándonos al gozo
y a la alegría por la presencia del Señor Resucitado.
Jesús Resucitado se manifiesta por tercera vez a sus discípulos, y se
les da a conocer en sus Palabras y en sus gestos. Y se sigue manifestando hoy a
los cristianos en su Palabra, en la Eucaristía y en la vida y en el testimonio
de muchos hermanos.
2.- Toda la Liturgia de hoy resalta que JESÚS ES EL SEÑOR. Esta es la
afirmación (la verdad) central de la Iglesia, de todos y cada uno de los
cristianos. Esta es nuestra identidad que hoy adquiere gran importancia para la
confesión de la fe: Frente a los miedos, a los dioses de a sociedad materialista
y de consumo, frente a toda clase de poder esclavizante, frente al pecado, a la
muerte, la enfermedad... Ya nada, ni nadie nos podrá separar del amor de Dios
manifestado en su Hijo, muerte y resucitado, vencedor de la muerte.
Así
es. El cristiano cree en Jesucristo, el Señor, vencedor de todas las opresiones
y de la muerte, y lo manifiesta con sus obras, su alegría y fecundidad. Ejemplo
concretos: Trabajos apostólicos, casa, familia, jóvenes, O. N. G. S....
Pero nadie puede decir “Jesús es el Señor si no es bajo la acción del
Espíritu Santo”. Es necesaria la presencia del Señor, de su Espíritu para
poder vivir su estilo, su vida; su señorío, su fecundidad. “Sin mí no podéis
nada”. Pues otros señores, otras voces, otros estilos de vida se nos
ofrecen que nos traicionan, nos embaucan y nos esclavizan...
De ahí que Pedro diga “Hay que
obedecer a Dios antes que a los hombres”. Caminos y propuestas: “No te
complique a vida”, “Tú ve a lo tuyo”...
3.- Al mismo tiempo que “SEÑOR”, Jesús es el amigo cercano, que comparte
todo con sus amigos y se sienta a almorzar con ellos. También aquí Jesús lleva
la iniciativa: El es el que prepara el pan y los peces. Pero hay algo más: El
Señor que envía a pescar, es el mismo que reúne a los discípulos en su mesa.
Este es, pues, el proceso de la fe: Primero proclamamos en Jesús, Señor
de la historia y de la vida. Me ha salvado, amado, comprado... Y esa fe la
hacemos experiencia de vida, de comunión. Es la fe vivida y celebrada por los
amigos de Jesús (su familia, la Iglesia). Proclamarla hoy.
Primero, proclamamos, evangelizamos que Jesús es el Señor. La diestra
del Dios lo exaltó...
Segundo, celebramos esta fe (el Misterio de su muerte y resurrección)
vivida en comunión.
Tercero, pregustamos ya la vida eterna.
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