Hoy imploramos la
bendición del Señor: Que el Señor te bendiga y te proteja, el Señor te ilumine,
el Señor te sonría, el Señor te pacifique, el Señor te fortalezca. Si no te
quita los obstáculos... que te ayude a superarlos. Lo más importante es que El
te acompañe siempre. Si El te acompaña, pase lo que pase, serás feliz.
Todas las bendiciones
se concentran en el niño que nos ha nacido y que hoy fue circuncidado y recibió
el nombre de Jesús. El nombre de Jesús expresa todas las bendiciones de Dios al
hombre: Es el Dios que salva, que se acerca benévolo y compasivo, con poder
curativo y liberador. No es el Dios que viene a ajustarnos las cuentas, Él
viene a perdonarnos, a sacarnos de nuestras prisiones, a devolvernos nuestra
dignidad...
MARIA, MADRE DE DIOS
Y al Niño, a Jesús se
le encuentra gracias a María, la Madre. La Misión de María fue y es propiciar
el encuentro de Dios con el hombre. Su vocación no es otra que la de ser MADRE
DE DIOS, la que permite que Dios sea
engendrado en su vientre, la que proporciona a Dios el cuerpo y la sangre, la
que alimenta a Dios, la que cría y hace posible a Dios. ¿Qué más puede ser y se
puede decir de una criatura? - Si Dos
piensa y siente como hombre se debe a María. Si Dios puede mirar y amar como
hombre, se debe a María. Si Dios puede emocionarse, llorar... se debe a María.
Por eso, María está
asociada a la misión de Jesús. En todos los momentos importantes de su vida
aparece María. Maria se convierte en Sacramento de Cristo, como la Iglesia. Si
acudimos a Maria no tardaremos en encontrar a Jesús.
María es también una
bendición de Dios, un don para el hombre. Dios no solo nos regala al Hijo, nos
regala también a la Madre. La Iglesia, cada uno de nosotros, tiene también una
Madre. Y como Madre, Maria nos protege,
nos ayuda, intercede permanentemente por nosotros. Acudamos...
huérfano en la Iglesia? Tenemos a un Dios que es Padre, tenemos a una
Madre que está cerca de Dios.
2.- DANOS, SEÑOR, TU PAZ.Hoy celebramos también la Jornada Mundial de la paz instaurada por el Papa Pablo VI hace 45 años. Y con Juan Pablo II hacemos memoria de la Jornada Mundial de oración por la paz, que tuvo lugar en Asís hace 26 años. Y con Zacarías recordamos que aquel sol que viene del cielo, viene “para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”. Y con la primera lectura de hoy pedimos al buen Dios que ilumine su rostro sobre nosotros y sobre el mundo entero y nos conceda la paz. Y con el niño en el pesebre que, cuando será mayor subirá a la montaña y gritará con todas sus fuerzas: “Dichosos los que trabajan por la paz”, los que siembran por todas partes semillas de paz. A todos los que hoy, en un mundo zarandeado por tantas tensiones, violencias, apuestan por la paz, la bienaventuranza les dice que “ellos se llamarán los Hijos de Dios”. ¡Qué alegría trabajar por la paz! ¡Qué compromiso más hermoso trabajar por la paz!.
Pues bien, todos los cristianos hemos de ser hijos de las
bienaventuranzas, hijos de Dios, hombres de paz; y los cristianos somos muchos
en el mundo, millones, incluso responsables de naciones poderosas. ¡Si
aprendiéramos bien lo que significa el nombre de Jesucristo! Todo el que
invoque a Dios, todo el que ponga a Dios por delante, en sus oraciones, en sus
manifestaciones, en sus constituciones, tiene que ser pacificador, porque uno
es lo que adora y lo que cree. Entonces sí que podríamos afirmar que el Reino
de Dios está cerca... Necesitamos seguir pidiendo la paz, porque la paz es
tarea, sí, pero también y sobre todo don de Dios.
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