CONTACTA CON NOSOTROS

Todos los que queráis mandarnos vuestros comentarios y sugerencias podéis hacerlo a: parroquiasanpablo2011@gmail.com

domingo, 9 de diciembre de 2012

DON MANUEL, DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO, CICLO C

         Queridos hermanos, nos adentramos en el Adviento, tiempo de gracia de Dios y de espera activa y confiada para preparar la venida del Señor. Estamos convencidos como San Pablo que, el que ha inaugurado entre nosotros la empresa buena (la salvación), la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús.

         Hoy el Evangelio sitúa a Juan Bautista en un marco histórico y geográfico para significar que la acción salvadora del Mesías se realiza en el interior del tiempo y de la historia humana. Así el tiempo se hace “tiempo de gracia” y la historia, “historia salvífica”.

         Ahora es el tiempo de gracia, hoy es historia salvífica para nosotros. Porque Dios sigue tomando la iniciativa en su amor para con nosotros. Dios no olvida a su pueblo, a su criatura; se acuerda siempre de él. Dios quiere a su pueblo como a un niño, por eso se conmueve ante su esclavitud y sus sufrimientos.

         Dios se acerca una vez más en nuestro tiempo y en nuestra historia para liberarnos y regalarnos, sea el pueblo que sea, o sea la persona que sea, la que sufre. ¡Quedan tantos pueblos, tantas personas aún por liberar! También tú.      
             Dios viene y nos dejará:

-Libertad: Que significa vuelta del destierro, de nuestras grandes y pequeñas esclavitudes, de nuestros extravíos…

-Alegría: Nada de lutos y aflicciones tontas, nada de añoranzas y tristezas, pues los que lloraban, “vuelven cantando; los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares”.

-Fortaleza: “Ponte en pie”. Palabra que tanto nos repite. Levántate, no temas, se fuerte,… Dios quiere a sus hijos libres y confiados.

-Dignidad: Porque realmente el amor de Dios dignifica. El amor de Dios nos levanta, nos promociona, nos hace crecer, pues el hombre es su imagen y no puede estar de rodillas ante nada ni nadie. Solo ante Él.

-Divinidad: “Envuélvete en… la justicia de Dios” Hasta ahí llega el amor de Dios, hasta hacernos participes de su propia naturaleza. Nos reviste de su gloria y su piedad; nos colma de su Espíritu.

         Ahora bien, toda esa obra buena que Dios viene a realizar en nuestro tiempo de gracia y en nuestra historia, requiere ACOGIDA. Y es la voz de la Iglesia, como antes fue la del profeta Juan Bautista, la que nos urge:

“ELÉVENSE LOS VALLES”. Que el Mesías no encuentre  en nosotros decaimientos, timidez, vacios, falta de fe. Así lo deseamos en la Misa al decir  “Levantemos el corazón”, pongamos en pie la fe y la esperanza porque el Señor viene ya.

“DESCIENDAN LOS MONTES”. Hay que hacer bajar el orgullo, la autosuficiencia, los egoísmos. Tenemos montañas de egoísmos y apegos. Hay que bajar, bajar y vaciar, para que pueda llegar a nosotros el Mesías.

“LO TORCIDO DE ENDERECE, LO ESCABROSO SE IGUALE. Y nos torcemos cuando nos desviamos de la verdad, cuando vivimos en la mentira, cuando nos dejamos seducir por halagos del placer o del consumir.

         Nos torcemos por el vicio y el engaño. Hemos de enderezar  nuestros caminos, vivir en la verdad, ser sinceros, trasparentes. Pues solo los limpios de corazón verán a Dios.

       Será la forma de que todos vean hoy un poco más la salvación de Dios. Será la forma de acoger y participar en la gracia, en el amor, en la paz y en la salvación de Cristo, el Mesías.  Si te abres a Él, si le escuchas, si le aceptas, si le amas, el Mesías te amará, y entrará en tu casa y cenará contigo, y ya se quedará contigo para siempre.
         El Espíritu Santo que fecundó las entrañas de la Virgen María, haga estos días la obra de Dios Padre en todos y cada uno de nosotros, para que nazca su Hijo Jesús y nos dé su vida divina. Digamos como María “SÍ” y que nazca Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario