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domingo, 18 de noviembre de 2012

D. MANUEL, NUESTRO PÁRROCO


HOMILIA: HOY ES DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA

            Queridos hermanos: Un año más, celebramos el Día de la Iglesia Diocesana con el doble fin de hacer participar a los fieles del sentido de pertenecer a su Diócesis y de incrementar su “corresponsabilidad” tanto a nivel pastoral como económico.

           Estamos afrontando un momento crucial, un nuevo camino, que tiene unos rasgos muy complejos para llevar a cabo la labor de la Iglesia en nuestra sociedad y para disponer de los recursos económicos suficientes.

           En este día, la Iglesia  nos quiere llamar la atención personal y comunitaria con el lema elegido para este año: “LA IGLESIA CONTRIBUYE A CREAR UNA SOCIEDAD MEJOR”

           Sí, la Iglesia, todos y cada uno de los cristianos estamos llamados a ser la luz y la sal que ilumine y dé sentido a este mundo, a destruir el mundo viejo, herido por el pecado y por el mal. Cristo, a través de nuestras vidas, está renovando este mundo, sembrando en el corazón del hombre el Amor. Y su Iglesia es el instrumento de Dios para realizar entre los hombres la renovación y la construcción del cielo nuevo y de la tierra nueva que todos deseamos.

           Pero, en concreto, ¿qué hace la Iglesia?:
-         Todos los días: Anuncia la Palabra de Dios. Todos los días Obispos, sacerdotes, profesores, catequistas... dedican sus horas al trabajo de proclamar la Buena Noticia del amor de Dios... “Pues no solo de pan vive el hombre...”

-         Todos los días: Santifica mediante los sacramentos a quienes acuden a ella; abre los templos, celebra la Eucaristía y la Penitencia, la unión de los matrimonios en el amor de Dios, consagra la vida de los sacerdotes y religiosos y celebra la Unción de enfermos y lleva el Viático a casa de los impedidos.

-         Todos los días abre su amor (su corazón) al necesitado de cultura, de lugares, de promoción social al necesitado de bienes y a los pecadores. En definitiva, realiza y anticipa un mundo nuevo, el Cielo nuevo y la Tierra nueva, que Jesucristo culminará con su venida gloriosa al final de los tiempos.

           En este día de la Iglesia Diocesana, es una buena ocasión para reflexionar y preguntarnos sobre el Misterio de la Iglesia y tomar conciencia de nuestra identidad y de nuestra misión en ella.

           Debemos preguntarnos qué es la Iglesia y que no es:

-         No es como un como un supermercado, donde se compra lo que interesa y a un precio. Dios, en su Hijo Jesucristo, da gratis y no podemos comprarlo ni comprarle.

-         No es el sacerdote que me cae simpático... y me atiende, o antipático y no me escucha...

-         No es el lugar donde encaro mi misa o funeral, o donde reside mi Imagen preferida...; en definitiva donde me sirven a mi capricho, con muchos derechos y pocas obligaciones.

-         Es la comunidad de los creyentes en Cristo Jesús, nuestro Dios y Señor. Comunidad de personas que se comunican entre sí, porque tienen y viven una misma fe; que se siente solidaria de los hermanos, que avanza hacia un mundo nuevo, en el camino de la unidad.

-         Una comunidad que tiene como fin el mismo que Cristo: salvar a los hombres, a todo hombre. Sacramento de salvación en y para el mundo. “Vosotros sed como el Hijo del Hombre, que no ha venido al mundo a servir y no a ser servido”.

-         Y esa Iglesia de Cristo somos nosotros, todos los bautizados. Es, por tanto, nuestra y nuestra su tarea y actividad; y nuestras sus necesidades.

 -         Por ello, hoy es una preciosa ocasión para que cada uno tome conciencia de que más allá de su Parroquia o de su grupo y asociación cristiana, existe una realidad querida por el Señor, que les da sentido a todos: la Diócesis o Iglesia Particular de Jaén.

-         De acuerdo con esto, el Evangelio de hoy nos hace una buena llamada a la generosidad: las cualidades regaladas por Dios a cada uno, son para ponerlas a fructificar, para el bien común, para la construcción del Reino.

-         Se nos pide, exige: una comunicación cristiana de bienes permanente, procurando con ella los servicios de promoción, ayuda y subvención de todas las realidades internas de la Diócesis: Seminario, Instituto Diocesano de estudios pastorales, curia, delegaciones, administración, obras de templos y parroquias más necesitadas.

-         Se nos pide también la disponibilidad de nuestra persona y de nuestro tiempo para las tareas de apostolado en nuestra parroquia, en nuestro arciprestazgo y en nuestra Diócesis.

-         VINCULACIÓN CON LA EUCARISTÍA.
 
-         La Eucaristía es y produce la Comunión; y la comunión es así mismo participación y tiene su expresión visible en la comunicación cristiana de bienes y de servicios. Por ello, la Eucaristía que ahora celebramos realiza la comunión y nos exige la comunicación de nuestros bienes.

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