CONTACTA CON NOSOTROS

Todos los que queráis mandarnos vuestros comentarios y sugerencias podéis hacerlo a: parroquiasanpablo2011@gmail.com

domingo, 28 de octubre de 2012

D. MANUEL, REFLEXIÓN DEL DOMINGO

Queridos hermanos la Palabra de Dios de este Domingo nos invita a la esperanza y a la alegría, a pesar de los males, que nos puedan aquejar.
     Ya desde la primera lectura se nos ha presentado un panorama lleno de gozo, porque Dios promete la curación de los enfermos y la liberación de todos los oprimidos. El Profeta Jeremías invitaba a los judíos que sufrían en el desierto, en una situación desesperada, a tener ánimo, porque Dios quería liberarles, y a todos los ciegos y cojos quería guiar por un camino llano en que no tropezaran.
     También el Salmo es optimista: “La boca se no llenará de risas… porque el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.
     Todos nosotros somos invitados también sea cual sea nuestra situación, a confiar en Dios, porque Él no quiere la ceguera, la opresión de nadie, sino la luz, la alegría y la plenitud de la vida y de la felicidad para todos. Y eso que Él quiere, lo vemos hecho realidad cuando llega Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida”.
     Así nos lo ha presentado el Evangelio de hoy con la curación del Ciego Bartimeo. Un ciego, sentado al borde del camino sin demasiada esperanza, que grita para que le atiendan. Algunos enfadados, molestos, le quieren hacer callar, pero Jesús sí que le atiende., manda que se lo traigan y entabla un diálogo con él: ¿Qué quieres? ¡Qué pueda ver! ¿Anda, tu fe te ha curado!
    Cristo manifiesta el amor y la solidaridad de Dios para con el hombre en las oscuridades, dolores e injusticias que sufre en toda la tierra. Por ello se acerca, le llama y le hace recobrar la vista. Con ella Jesús da a Bartimeo la capacidad de llegar a ser un hombre nuevo, un hombre que ha hallado en Cristo la luz interior que tanto esperaba.
     La escena se repite hoy: Jesús y Bartimeo es Jesús y cualquiera de nosotros que tiene grande dificultades para ver. Para ver el camino,  para encontrar el camino, para hacer y andar el camino, el camino de Dios, del amor, de la vida. Nosotros, como el ciego, queremos algo nuevo. No sabemos muy bien qué… felicidad. Pero sí sabemos una cosa, la única que vale la pena saber: Que en Cristo está la luz, que Él es el camino, la verdad y la vida.
     Sabemos que Él pasa a nuestro lado (en su Palabra, en los Sacramentos, en su comunidad, en el buen ejemplo de tantas personas que nos rodean), y tenemos una doble opción: a) Quedarnos sentados al borde del camino, oyendo pasar a Jesús, sin interés alguno… b) O levantarnos, pedirle su ayuda, su luz,  la fe y echar a andar con Él.
     En la sinceridad de nuestro corazón, debemos todos preguntarnos que tendremos que hacer: 1.- Quedarnos sentados, sería no asumir nuestras responsabilidades, seria mirar hacia otro lado otro lado, hacer oídos sordos a las invitaciones que Dios nos dirige. 2.- Levantarnos y seguir a Jesús. Incorporados, seguiremos a Jesús en su camino hacia Jerusalén, ciudad de la Pasión, de la Cruz, del amor…, pero también de la Resurrección.
     Nosotros que seguimos a Jesús, que hoy somos sus amigos…, debemos estar atentos a cuántos están al borde del camino y quieren ver, y que gritan de distintas formas a Dios “Ten compasión de nosotros”. Debemos ayudarles a encontrarse con Jesús… Será nuestro mejor servicio en este año de la fe.
     Hemos comenzado la Eucaristía pidiendo como el Ciego Bartimeo, “Señor, ten piedad”, reconociendo nuestra tiniebla, ceguera, nuestros pecados. En la Palabra de Dios- Evangelio, hemos oído el rumor del paso del Señor con el que hemos dialogado, y en la Fracción del Pan, en la Comunión, nos uniremos a Él y recibiremos su gracia, su divinidad. Todo ello para seguir y vivir su camino que conduce a la plenitud, a la nueva Jerusalén celeste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario