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jueves, 9 de febrero de 2012

LOS COFRADES, PARTICIPES DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

UNA DOCTRINA NUEVA, EXPUESTA CON AUTORIDAD. MANDA HASTA LOS ESÍRITUS INMUNDOS Y LE OBEDECEN… Mc. 1,14-15
QUÉ ES EVANGELIZAR
Evangelizar es la misión permanente de la Iglesia, de cada uno de sus miembros y de sus instituciones, puesto que ella exista para evangelizar. Evangelizar es anunciar y dilatar el Reino de Dios, llevar a efecto con la gracia divina la obra de la salvación mediante la transformación profunda de la mente y del corazón. Comprende la unidad indisoluble de signos y palabras y conduce a la conversión y a la fe vivida en comunión, celebrada en los sacramentos e irradiada por la caridad y el apostolado.
Desde el año 1.983 el Papa Juan Pablo II puso a la Iglesia en estado de nueva evangelización, en estado de misión. ¿A qué obedecía esa convocatoria y qué pretendía? El mismo Papa no cesaba de explicitar los motivos y los fines de esta renovada evangelización en distintos documentos.
La nueva evangelización obedece a la situación de descristianización de naciones con raíces cristianas. Es una evangelización renovada:
En el anuncio kerigmático del Evangelio, en la llamada a la conversión, en la agregación y dinamismo de la comunión, en la reordenación interna y misionera de la Iglesia y de sus instituciones, en la instauración del Reino de Dios en el corazón de la sociedad como alma de la civilización del amor.
Es autoevangelización y anuncio misionero desde la nitidez del testimonio. Es en sí misma un cambio que ha de ser fruto de la experiencia del Dios de Jesucristo y de su protagonismo. Se trata de dar un nuevo ardor, método y expresión a la obra de la evangelización. Radica en la inalterable Buena Nueva de la persona y de la obra de Cristo, que siempre es perenne novedad, perenne necesidad y perenne misión.
NOS PIDE A TODOS SITUARNOS EN EL DINAMISMO DE LA CONVERSIÓN
El espíritu de la nueva evangelización brota del dinamismo de la conversión. Es un cambio de las actitudes, de las estructuras, y de los métodos; es poner en práctica la lógica del vino nuevo en odres nuevos (Mt 9,14-17). Es una vitalización de la experiencia de Dios en los individuos y en las comunidades, retomando el dinamismo de la conversión permanente y la vocación a la santidad, e impregnando de este espíritu la vida de las instituciones… Este espíritu de conversión mantendrá viva la conciencia de la gracia bautismal y dispondrá para vivir la Eucaristía como eje de toda la existencia humana. De aquí surgirán nuevas actitudes y estilos de vida familiar, de vida parroquial y asociativa y del ejercicio de la acción pastoral y apostólica.
La nueva evangelización implica ruptura, pues sitúa el corazón del paso del hombre viejo al hombre nuevo, dando cauce a la fuerza del espíritu nuevo dócil a la obediencia de la fe en comunión misionera, sacando lo viejo y lo nuevo (Mt.13, 51-52). Ha de suscitar un nuevo talante en las actitudes personales y en el desempeño de las responsabilidades; ha de facilitar la interacción entre la vida teologal y sacramental, entre la Palabra, la Liturgia y la Caridad, entre la fe y la vida. La nueva evangelización ha de ser luz, semilla, fermento y sal de la tierra.
NUESTRAS HERMANDADES Y COFRADÍAS
Toca a cada uno y a las asociaciones poner en común la apertura, la búsqueda y la práctica del espíritu de la nueva evangelización. En este empeño las Hermandades podrán abrir caminos para una nueva piedad popular, enraizada en la liturgia vivida y celebrada de acuerdo con la fe de la Iglesia; o una piedad cristiana renovada en su ardor, en su expresión y en su método; para unas nuevas juntas directivas en su preparación, en su elección, en su vida y en su actividad, para unos nuevos cabildos generales impregnados del evangelio, para una nueva inserción eclesial y una cristiana y apostólica relación con la sociedad y sus instituciones…
Para la autenticidad de la vida del cofrade y su proyección misionera, la nueva evangelización ha de seguir abriendo un camino de renovación permanente, no escatimando esfuerzos para favorecer el anuncio del Evangelio, la catequesis y la erradicación de la ignorancia religiosa; desde la comunión de la mente y el corazón acoger las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia y hacer del “Catecismo de la Iglesia Católica” un amigo inseparable en el camino de la fe, armonizando el conocer y el amar. Se trata, en definitiva, de seguir, amar y dar a conocer al Maestro, como les decía Benedicto XVI en Cuatro Vientos a los jóvenes el 22 de Agosto pasado: “De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15)”
D. Manuel Peláez Juárez, Párroco de San Pablo.

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