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miércoles, 22 de febrero de 2012

D. MANUEL, REFLEXIÓN PARA LA CUARESMA

EL SENTIDO Y EL QUEHACER DE LA CUARESMA DE HOY
INTRODUCCIÓN: Desde luego que las cosas han cambiado. Las abstinencias, los ayunos, los pequeños y grandes sacrificios no tienen buena prensa; y es más, la mayoría se preguntan por su sentido.
A pesar de todo, la Cuaresma es un tiempo “especial” para estudiar a la persona que siempre es asignatura pendiente. Para el cristiano es un tiempo para consolidad la fe y la vida cristiana.
Habrá que plantearse, por tanto, qué debemos hacer en este tiempo de Cuaresma, cómo debemos vivirlo.
SENTIDO DE ESTE TIEMPO: La Cuaresma el tiempo de preparación de la Pascua. En su origen, era el tiempo de preparación más directa e inmediata de los que querían hacerse cristianos (recibir el bautismo) en la Vigilia Pascual. Asimismo, era el tiempo en que los pecadores que habían roto decididamente con Dios y con la Iglesia, hacían penitencia para ser reconciliados el Jueves Santo y poder celebrar de nuevo la Pascua con toda la comunidad.
Nosotros ni tenemos que bautizarnos, ni somos grandes pecadores que hayamos roto decisivamente con la comunión con Dios y con la Iglesia. Pero, sin embargo, es importante que nos digamos a nosotros mismos: “Yo fui bautizado, yo llevo en mí la marca de Jesús, yo estoy sumergido en su vida nueva. Todo eso, ¿se nota realmente?, ¿no debería notarse más?, ¿en qué podría notarse más?” Y decirnos también: “Desde luego mi vida no está exenta de infidelidades. ¿Soy consciente de ello?, ¿soy capaz de ponerme ante Dios y el hermano y pedir perdón?”
Cristo será el punto de referencia. Fijaremos nuestros ojos en el camino nuevo que Jesús nos ha abierto con su fidelidad, para llegar a la Pascua habiendo renovado nuestra fe y nuestro bautismo, y habiendo renovado nuestra comunión con Dios y con los hermanos.
¿CÓMO HACERLO?: Hemos dicho que se trata de consolidar la fe, la vida cristiana, de darle impulso. Debemos decirnos a nosotros mismos que somos cristianos, que queremos serlo más, y que creemos firmemente que Jesucristo ha abierto en medio de nuestra historia el único camino que es absolutamente valioso. Y debemos mirar nuestra vida, hacer examen descubrir con limpieza de corazón qué nuevos paso podríamos dar.
En el Evangelio y en la Tradición se señalan tres actuaciones concretas: la limosna, la oración y el ayuno. Jesús habla de ellas en Mateo, 6,1-18, las valora, pero señala también el sentido que deben tener: tiene que salir de dentro y ser expresión del deseo de renovar la fe y la vida cristiana.
¿Qué significa y como pueden vivirse ahora la limosna, la oración y el ayuno?
LIMOSNA: Es dar dinero a los que pasan necesidad. Lo cual sigue teniendo hoy todo su valor, apoyando a instituciones como Caritas, Manos Unidas, Cruz Roja... Pero la limosna tiene otro nivel: la limosna de tu tiempo, de tu cultura... como servicio para alguien que lo necesite (enfermos, personas solas,...) o para trabajar en erradicar las causas de la pobreza y la desigualdad.
LA ORACIÓN: Es el espacio de silencio ante Dios, como elemento decisivo para reforzar la fe y la vida cristiana. Esforzarse por encontrar esos espacios: en ellos le presentamos nuestras ansias y esperanzas... o leemos los Evangelios, los Salmos... o participamos de la Eucaristía.
EL AYUNO: Hoy, que se tiene como ídolo el consumo, es difícil encontrarle sentido a privarse de cosas... Pero es importante combatir ese ídolo, para que las personas vivamos, no nos desvivamos. Ayunemos para la libertad y el amor, para liberarnos de las cosas ... y compartirlas.

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