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domingo, 27 de noviembre de 2011

DON MANUEL, PARA LA REFLEXIÓN

¡ESPABILÁOS! “SE ACERCA VUESTRA SALVACIÓN”

Hoy hay en el mundo “muchas ofertas de salvación”. Son religiones a la carta en las que cada uno diseña “como quiere salvarse y quien va a ser su salvador”. Pero la frustración termina despertándonos de nuestro sueño. Sin embargo, al auténtico Dios no se le “diseña”, sino que se le descubre, se acepta y se le ama. Descubrir a Dios es antes que nada “sentirse amado por Él”

Cuando buscamos a Dios, lo mejor es dejarse encontrar por Él. Dios lleva tiempo buscándonos, incluso a veces camina al paso de nuestra sombra. Pero Dios es respetuoso con su criatura: no le fuerza, sino que se ofrece a su libertad, para ser acogido. Porque en el amor la violencia, física o síquica, es su negación. No se puede amar “a la fuerza”.

Hoy iniciamos el Adviento, cuatro semanas de espera y esperanza para rememorar el tiempo grandioso de la Navidad: cumbre de la generosidad divina, en al que Dios se acerca tanto al hombre que “se hace hombre” como nosotros. Y a los hombres nos da la posibilidad de ser “hijos de Dios”. Sin embargo, la salvación prometida por Dios a todos los hombres es una salvación donada gratuitamente que sólo necesita la aceptación benevolente del hombre.
Por ello, “¡espabilaos! hermanos”, la salvación que un día nos trajo Jesús de Nazaret, en un momento histórico, toca ahora a tu puerta y espera tu respuesta sincera, ágil y comprometida. La salvación está cerca, pero corren tiempos en que se embota la mente con la preocupación con el dinero, el poder o la superficialidad de una vida vivida a golpe de sentidos –tacto, gusto, vista- y olvido de la palabra y el beso del amor.

Cada Adviento no sólo es un recuerdo histórico del Nacimiento del Hijo de dios en Belén es también un anuncio de la segunda venida del Mesías al final de los tiempos, en la que el Señor juzgará con justicia a los pueblos. No sabemos ni el día ni la hora. Por ello, recomienda el apóstol Pablo: “Estad siempre despiertos y manteneos en pie ante el Señor”. En Adviento Dios vuelve a afirmar su amor a los hombres. Y espera nuestra respuesta de amor: es tiempo de conversión.

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