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domingo, 23 de octubre de 2011

D. MANUEL, PARA LA RELEXIÓN

LO IMPORTANTE ES AMAR
Tendríamos que estar agradecidos al buen escriba por haber formulado a Jesús esta pregunta, que le dio ocasión de aclarar, también para beneficio nuestro, cuál es el primer y más importante de los mandamientos. También nosotros nos movemos en medio de innumerables normas en nuestra vida eclesial.
La gran consigna de Jesús es el amor en dos direcciones: El primer mandamiento es amar a Dios, haciéndole lugar de honor en nuestra vida, en nuestra mentalidad y en nuestra jerarquía de valores. Amar a Dios significa escucharle, adorarle, encontrarnos con Él en la oración, obedecer su voluntad, amar lo que Él ama. El mundo de hoy nos invita a levantar altares a otros dioses más o menos atrayentes. Como los del pueblo elegido oían el “Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es solamente uno”, nosotros deberíamos oír: “escucha., cristiano, sigue en pie el primer mandamiento: no tendrás otros dioses más que a mí”.
El segundo es amar al prójimo, a los simpáticos y a los menos simpáticos, porque todos somos hijos del mimo Padre y porque Cristo se ha entregado por todos. Y amarles “como a nosotros mismos” que es una medida muy concreta y generosa.
Jesús une los dos, que ya aparecen en el A. T. El primero lo hemos leído hoy mismo en el Deuteronomio. El segundo está en el Levítico 19,18. Lo que hace Jesús es equiparar los dos y hacer de ellos como uno solo: “no hay mandamiento mayor que estos”.
Ser seguidores de Jesús no es sólo amar a Dios. Ni sólo amar al prójimo. Sino las dos cosas juntas. No vale decir que uno ama a Dios y descuidara a los demás. No vale decir que uno ama al prójimo, olvidándose de Dios y de las motivaciones sobrenaturales que Cristo nos ha enseñado para la caridad fraterna. Juan, en su primera carta, afirma que el que dice que ama a Dios y no ama al prójimo, es mentiroso. Si amamos a Dios, debemos amar al que Dios ama: al hombre.

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