D. MANUEL, PARA LA REFLEXIÓN

YO SOY EL CAMINO, LA VRDAD Y LA VIDA

La liturgia de este Domingo quinto de Pascua pasa del Cristo Resucitado a la Iglesia. Ella es el nuevo Templo de Dios, en el que existen muchas mansiones y diversos ministerios o servicios y cuya piedra angular siempre es Jesucristo. El es el camino, la verdad y la vida y la manifestación de Dios Padre.

En la Iglesia todos somos servidores, pues el bautismo nos injerta en la comunidad de Jesús, formando un pueblo sacerdotal y de servicio. Todos tenemos la misión de hacer presente en el mundo de hoy la salvación de Jesús. El es la piedra angular y cada bautizado es piedra viva en la edificación de su cuerpo, la Iglesia. De esta manera todos y cada cristiano nos convertimos en auténticos servidores al estilo de Jesús.

Somos creyentes cristianos porque Dios nos ha hecho el gran regalo de su Hijo y nos lo da a conocer. Por eso, nadie se inventa la fe ni la vocación. Lo nuestro no es inventar sino responder. Responder personal y comunitariamente a la invitación salvadora de Jesús. El bautismo nos da la capacidad y a la vez, la exigencia para convertir la vida en una ofrenda permanente al Señor.

Reflexionemos cada uno cómo estamos estamos sirviendo en nuestra Iglesia, en nuestra Parroquia, poniendo nuestros talentos y nuestros bienes, que son dones de Dios, al servicio de Cristo, de su Iglesia para la salvación del mundo.

Demos gracias a Dios por el don del nuevo Beato Juan Pablo II y pidamos que Benedicto XVI sea buen y santo Vicario de Cristo en la tierra, que dirija, sirva y santifique a la Iglesia, desde el amor, la comunión y la fidelidad a Cristo.