*Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario*
🪔 Mc 10,17-30
Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. Ya sabes los mandamientos: "No mates, no cometas adulterio, no robes, no mientas en perjuicio de nadie ni engañes, y honra a tu padre y a tu madre."" El hombre le dijo: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven". Jesús le miró con afecto y le contestó: "Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego, ven y sígueme". El hombre se afligió al oír esto; se fue triste, porque era muy rico. Jesús entonces miró alrededor y dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús volvió a decirles: "Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios". Al oírlo, se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros: "¿Y quién podrá salvarse?" Jesús los miró y les contestó: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él no hay nada imposible". Pedro comenzó a decirle: "Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido". Jesús respondió: "Os aseguro que todo el que por mi causa y por causa del evangelio deje casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras, recibirá ya en este mundo cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones; y en el mundo venidero recibirá la vida eterna".
*Meditación:*
Los deseos impulsan nuestra existencia. Son los que mueven al personaje de este evangelio a acercarse corriendo a Jesús y preguntarle con sinceridad sobre cómo alcanzar esa vida con mayúscula que todos anhelamos en lo más profundo del corazón. El problema es que, con frecuencia, queremos el resultado final, pero no siempre el camino para llegar hasta ahí. La mirada de amor de Jesús no es suficiente para vencer el obstáculo de abandonar las seguridades de una existencia acomodada. Puede ser que no tengamos muchos bienes, pero seguro que tenemos ámbitos de confort que nos protegen de la incertidumbre. Hoy, ante el Señor, repasemos nuestros deseos ¿cuántos de ellos son tan fuertes como para desinstalarnos?
*Oración:*
Señor, dame un corazón libre y desprendido.
*Acción:*
Piensa en cuál de tus "riquezas" te sería más difícil dejar.
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