*Domingo III del Tiempo Ordinario*
🪔 Lc 1,1-4;4,14-21
Muchos han emprendido la tarea de escribir la historia de los hechos sucedidos entre nosotros, tal y como nos los enseñaron quienes, habiendo sido testigos presenciales desde el principio, recibieron el encargo de anunciar el mensaje. Yo también, excelentísimo Teófilo, lo he investigado todo con cuidado desde sus comienzos, y me ha parecido oportuno escribirte estas cosas ordenadamente para que compruebes la verdad de cuanto te han enseñado. Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y su fama se extendía por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en la sinagoga de cada lugar, y todos le alababan. Jesús fue a Nazaret, al pueblo donde se había criado. Un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso en pie para leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor”. Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los presentes le miraban atentamente. Él comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.
*Meditación*
Este domingo, la primera Carta a los Corintios nos presenta una poderosa analogía del cuerpo humano para ilustrar la unidad y diversidad dentro de la Iglesia, el cuerpo místico de Cristo. Que podamos apreciar la belleza de la variedad en la Iglesia y comprometernos a usar nuestros dones para edificar y fortalecer la comunidad de fe.
El evangelio de hoy nos presenta el comienzo del ministerio público de Jesús: una poderosa declaración de su misión y propósito. Jesús lee un pasaje del profeta Isaías que habla de su propia misión mesiánica. Al identificarse como el cumplimiento de esta profecía, proclama abiertamente su identidad y propósito: traer la buena nueva a los pobres, libertad a los cautivos, vista a los ciegos y libertad a los oprimidos. Esta declaración revela su compromiso con la justicia y la liberación y nos llama a reconocer la presencia del reino de Dios en medio de nosotros.
*Oracion*
Señor, ayúdanos, que podamos acoger con alegría la buena nueva que nos regalas y vivir como discípulos tuyos, proclamando tu Reino de justicia, amor y libertad en nuestro mundo. Amén.
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