sábado, 19 de marzo de 2022

HOMILÍA DEL DÍA DE SAN JOSÉ

 

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ

     Introducción. Celebramos la Solemnidad de San José, que este año es día de precepto y la Liturgia lo  celebra como día solemne.

     San José es el personaje de la Cuaresma, como la Virgen María es el personaje del tiempo de Adviento. Ahora cuando nos estamos preparando para la Pascua, para renovar nuestra vida cristiana, tratando de morir al pecado…y resucitar con Cristo, de ser personas nuevas…, San José nos puede ayudar como modelo e intercesor para conseguirlo.

     Su figura es la expresión de lo que Dios nos pide, y de cómo nosotros podemos responderle desde nuestra existencia de cada día, sin realizar cosas extraordinarias, pero sí con fidelidad y amor. Veámoslo.

     JOSÉ Y SU SILENCIO. José es el hombre de largos y dramáticos silencios. La única palabra que se conserva de José, es Jesús. No nos han llegado más palabras suyas. José no es el hombre que habla. José es el hombre que escucha: Escucha las palabras, los sueños, y los signos… Es el hombre vigilante, atento, capacitado para captar cualquier mensaje. Hombre que escucha, atento, abierto.

     Hay entre todos los silencios… uno significativo: Cuando María, su prometida, resultó que esperaba un hijo. “José, que era bueno, y no quería denunciarla decidió repudiarla en secreto”. No la denuncia, tampoco la amenaza, ni pide explicaciones, no la insulta, ni la avergüenza por su aparente infidelidad, JOSÉ CALLA, GUARDA SILENCIO y prefiere retirarse. ¡Qué valor tiene este silencio de José! Hay palabras que valen mucho, pero este silencio vale más que todos los tesoros. Prefiere esperar y acoger. Este silencio es respeto, comprensión, dominio de sí, pacificación interior, sosiego, capacidad de escucha…

     En la vida de José se repetirán significativos silencios: mensaje de los pastores y de los magos, del anciano Simeón… JOSÉ HABLA CON HECHOS, MAS QUE CON PALABRAS. Respeto, humildad, obediencia, aceptación de la voluntad de Dios, con su trabajo, responsabilidad. Un gesto vale por mil palabras..,

     A nosotros nos da una gran lección, pues se nos va todo por la boca: Hablamos más de lo que pensamos y decimos más de lo que sentimos. Inmersos en un mundo de la palabra, imagen, sonido, ruido…, no hay manera de callar y meditar; oímos, pero no escuchamos; leemos pero no pensamos; decimos pero no dialogamos. NECESITAMOS EL SILENCIO INTERIOR, para encontrarnos a nosotros mismos, para encontrar a Dios, para encontrar al otro en su venida.

     JOSÉ, HOMBRE FIEL. Es el hombre fiel, confiado, hombre de fe. José se fía del Ángel, y de María, se fía de los pastores y de los magos; de Simeón y de Ana; se fía siempre de Dios.

     Esta fe suya le lleva las mayores renuncias y a las mayores entregas: Se le pide la renuncia a su esposa, la renuncia a los hijos y a toda paternidad. José cree, acepta y se entrega: Una fe inconmensurable que se da la mano con el amor, pues el amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo acepta. Pero le llovieron los hijos como las estrellas, Como todo depende de la fe, todo puede ser.

     Esta fe de José es la que se nos pide a todo cristiano, especialmente al consagrado: Renuncia a una familia, a la prolongación en su descendencia; la ofrenda de una mujer e hijos… Para ello se necesita la fe, desde la razón no hay quien lo entienda y la fe va en la línea de la promesa.

     TENDRÁS INCONTABLES HIJOS. A cierto misionero le preguntaban por su celibato y le ofrecían una joven como esposa, para que tuviera hijos. “Vosotros sois mis hijos”, respondió. “Si yo me hubiera casado, seguro que ahora no estaría aquí. Vosotros sois mis hijos. Os quiero como el mejor de los padres o la mejor de las madres. Me he desvelado y me he sacrificado por vosotros. Os he engendrado para Cristo. He renunciado a tener mis hijos, porque quiero tener incontables hijos”

     Preguntad a la Madre Teresa de Calcuta, al Padre Damián… y a tantas madres y padres anónimos, cuántos hijos tienen. Preguntad también a Jesús.

     Desde la fe no se trata de un sacrificio absurdo. Se trata de liberar capacidades y afectividades para hacerlas más creadoras y universales.

     LA EUCARISTIA: Es silencio activo y operante… Es fe y renuncia…Pero se nos da el todo… “La piedra que desecharon los arquitectos… es ahora la Piedra Angular”.

                            

 

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