DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO “C”.
Queridos hermanos, continuamos
con nuestro itinerario sobre el
conocimiento y el seguimiento de Jesús, llevados de la mano del evangelista San
Lucas.
El Domingo pasado vimos
que Jesús era rechazado por sus vecinos de Nazaret. Era la plasmación de las
palabras de San Juan: “Vino a los suyos y
los suyos no lo recibieron”
La conclusión para nuestra vida era evidente: Debemos
acoger realmente a Jesús, de manera que esté de verdad presente y activamente
en nuestra vida de cada día…
Hoy cambia de perspectiva el
evangelio proclamado: Jesús mismo llama a otros a que participen de
su misión, de su ministerio. El tema de hoy, pues, es el de la vocación , un
mensaje siempre constante y actual: DIOS LLAMA A UNA TAREA, Y LA PERSONA, SI
QUIERE, RESPONDE.
La primera lectura nos
ha presentado la vocación de Isaías y en ella se presentan unos rasgos
comunes que después aparecerán en el evangelio: El miedo del llamado, la
conciencia de su limitación y de su pecado, que serán vencidos por la fuerza mayor de la gracia de Dios, que
lo llama y lo envía. “A quién enviaré?,
¿Quién irá por mí?” Y finalmente, la respuesta generosa y desinteresada: “Aquí estoy, mándame”.
San Pablo, en la segunda
lectura, es otro llamado, otro enviado. El menor de los
Apóstoles recuerda también cómo fue su proceso de conversión, de seguimiento y
de envío, pero no por méritos propios, sino “por
la gracia de Dios”.
Y
como culmen de la llamada y vocación, el evangelio proclamado de la pesca milagrosa.
El protagonista es Simón Pedro de
ese proceso que compartió con sus compañeros y que estamos llamados a
vivir todos los discípulos de Jesús. Unos hombres sencillos, que trabajan con
esfuerzo y que acogen con escepticismo la interpelación de Jesús: “Maestro nos hemos pasado toda la noche
bregando y no hemos cogido nada”, Pero le dan un voto de confianza. “Pero, por tu palabra, echaré las redes”.
El resultado de
este paso fue sorprendente; el fruto que obtienen supera todas las
expectativas: “Hicieron una redada… las
dos barcas casi se hundían”.
Entonces aparece el miedo, la
conciencia de la propia limitación (“Apártate
de mí, Señor, que soy un pecador”) Pero Jesús anima, entusiasma, da un
valor y un sentido grande a los que pasa; “No
temas, desde ahora, serás pescador de hombres”.
Conclusión: Quien
se ha dejado tocar por Jesús se siente transformado, liberado, salvado,
experimenta un cambio total en su vida. Tan profundo que invierte la
orientación de todo su ser: “Sacaron las
barcas a tierra y dejándolo todo , lo siguieron”.
Jesús sigue llamando hoy. Toda
esta reflexión debe llevarnos a aterrizar hoy, aquí y ahora: Como nos sentimos
llamados y enviados por Jesús. Cada cual, desde su propia vida, desde su
talante, debe ver cómo CORRESPONDE A LA LLAMADA DE JESÚS, DEL SEÑOR. Hay
variedad de vocaciones, pero todos estamos llamados a convertirnos en
apóstoles, en pescadores de hombres. Por ello cada cual debe preguntarse: A QUÉ
ME LLAMA DIOS, QUÉ ME PIDE, QUÉ MISIÓN, ME CONFIA.
Lo principal es
que cada uno se sienta interpelado y sea capaz de reaccionar con generosidad,
con confianza dispuesto a dejar y a cambiar lo que sea para ponerse en camino
con Jesús.
Finalmente, toda la Iglesia
está llamada a ser “pescadores de hombres”. Por ello debemos
revisar como va nuestra tarea misionera, evangelizadora. Seguramente tenemos
miedos, dudad, y quizás desánimos. Hoy puede ser un gran día para reanimarnos:
si ponemos toda nuestra confianza en el Señor, si nos dejamos tocar por su
gracia y ponemos todo a su servicio con generosidad, seguro que los frutos que
obtendremos, serán abundantes. “El
asombro se había apoderado de ellos…”
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