FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
Queridos hermanos, celebramos hoy el Bautismo
del Señor. Y con la Fiesta del Bautismo de Jesús, se cierra el ciclo de Navidad
y Epifanía y comienza la Vida Pública de Jesús. En Jesús hemos visto a Dios manifestarse
como niño, humilde y pobre, pacífico, como luz y salvación del mundo
(universal).
Hoy lo vemos
manifestarse como Hijo Amado del Padre, pero también como siervo solidario y
redentor. Aparece entre pecadores y carga con los pecados de todos. Él no ha
venido a condenar, sino a salvar.
1.- “SE ABRIÓ EL
CIELO...”
Dice el Evangelio que
cuando Jesús salió del agua, se abrió el cielo y apareció el Espíritu Santo. Y
con ello comienza el movimiento ascendente y de plenitud de la humanidad. El
cielo y la tierra se comunican; la experiencia de Dios es viva. El Espíritu se
derrama abundantemente sobre Él y sobre todos y nos hace gritar: “Abbá,
Padre”. Es realidad en Él y por Él en nosotros.
Cuando Jesús salió del agua: - levantó
consigo a la humanidad y a toda la creación. A partir de este momento, todo
huele a creación nueva, todo se llena de vida y esperanza; todos reciben
promesas de resurrección. - Se inaugura el Reino de Dios,
empiezan a escucharse palabras de bienaventuranza, y se establece como único
código, la ley del amor.
2.- BAUTIZARSE EN EL
ESPÍRITU.
Jesús se bautizó en el
Espíritu y nosotros también nos hemos bautizado en el Espíritu. Bautizarse en el Espíritu:
-Es llenarse de la vida de Dios que es
amor.
-Es enriquecerse de sus dones y sus frutos: Sabiduría, inteligencia,
Fortaleza…
-Es empaparse de su gracia y de su
alegría.
-Es sentirse a la vez hijo querido y siervo entregado y confiado.
-Es vivir para los demás.
-Es vivir en el amor, por amor y para el
amor...
3.- BAUTIZADOS PARA
SERVIR.
El
Bautismo supone, lleva consigo una misión. Jesús se bautiza para el servicio y
para la entrega. Jesús recibe el Espíritu para comunicárnoslo: “Para que abras los ojos a los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en
tinieblas”.
Así será su vida: El
buen samaritano, que tiende su mano al hombre caído. Resumen... Este médico
ya no abandonará al enfermo, lo acompañará siempre para que no vuelva a caer en
manos de bandidos; pagará sus deudas con el denario de su sangre y de su amor,
y lo conducirá al mesón seguro que es la casa del Padre.
4.- ENRIQUECIDOS, PARA SERVIR.
Nosotros también fuimos
bautizados en el Espíritu. Y nuestra misión es prolongar, continuar la acción
misericordiosa, los gestos servidores de Jesús. A partir de hoy, debemos fijar
nuestra mirada y nuestra vida en las palabras y en la actuación de Jesucristo,
el Maestro.
Nos seguirá llenando de
su gracia, de su amor, de su vida..., para permanecer y progresar en su
seguimiento fiel...
Compenetrados con
Cristo, llenos del Espíritu Santo, continuaremos su misión, su obra redentora:
la del buen samaritano. Nos ponemos en camino con los ojos, con las manos y el
corazón abiertos. No tardaremos en encontrar a hombres que andan tirados en la
cuneta. Son nuestros prójimos... Hoy recordamos y renovamos nuestros
compromisos apostólicos en nuestra Parroquia, en nuestros hogares, en nuestros
lugares de trabajo… Concretar la MISIÓN QUE HOY EMPRENDEMOS TODA LA IGLESIA
DIOCESANA, EN CADA UNA DE SUS PARROQUIAS… “TODO BAUTIAZADO ES DISCÍPULO Y MISIONERO”. TÚ TAMBIÉN.
La Eucaristía, alimento
para el camino. Cristo se nos da, nos cura, fortalece... para que nosotros
podamos seguir y hacer su tarea en nuestro mundo.
Los Domingos recitamos y
confesamos las verdades de nuestra fe contenidas en el Credo y después pedimos
al Señor la gracia de vivirla, dando de ella testimonio en nuestro mundo.
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