DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINADIO CICLO C
Queridos hermanos. Creo que no me equivoco si afirmo que todas las personas queremos caminar seguros por la vida. Que la seguridad es una de las grandes y buenas aspiraciones de la persona humana, pues va unida a nuestra necesidad de felicidad y de libertad. Es más, es bueno, justo y querido por Dios que andemos seguros por la vida. Sin embargo la pregunta nos surge enseguida, ¿dónde buscamos y ponemos la seguridad?
Jesús en el Evangelio de hoy pone el dedo en la llaga. Lo mismo que en tiempo de Jesús, en nuestro mundo, con demasiada facilidad, el qué, el cómo y el dónde de nuestra seguridad quedan situados en el POSEER. Amontonar, y amontonar, aumentar nuestra despensa y atiborrarla hasta rebosar… Ahí solemos poner los humanos nuestra seguridad.
Y aquí es donde cae la afirmación segura y lacónica de Jesús: NECIO. Amontonar tesoros no da la seguridad, aunque lo parezca. Es preciso que nos lo repitamos no solo a nosotros, sino que lo inculquemos a las personas con que nos relacionamos: hasta llegar al convencimiento de que el acento de la seguridad lo pongamos no en poseer sino en ser…
Pero es preciso concretar y precisar. Es claro que el mensaje de Jesús no nos invita a despreciar los bienes de la tierra, pues son necesarios, pero sí a no dejarnos esclavizar por ellos. Ejemplos… Jesús no nos invita a cruzarnos de brazos, a no hacer nada, a descuidar el trabajo…, pero si nos invita a no dar valor absoluto y prioritario a lo material, porque hay cosas más importantes: las personas, la familia, los hijos, los amigos, uno mismo.
Jesús no condena a los ricos o las riquezas (a no ser que supongan injusticias), pero sí nos dice que no caigamos en la idolatría y en la obsesión por el dinero…Lo que nos dice es: ¡“Guardaos de toda clase de codicia”! Deseo animal de tener, poseer y acaparar cada día más.
El hombre rico del Evangelio es llamado insensato, necio no porque ha tenido buena cosecha o hace planes para el futuro, sino porque había programado su vida, su futuro, prescindiendo de Dios, y olvidando la solidaridad y la comunicación de bienes con otros.
HAY COSAS NAS IMPORTANTES QUE EL DINERO…
El trabajo para ganar dinero está muy bien…, y el querer mejorar la situación de la propia familia y de la sociedad. Pero esto debe ir acompañado de una serie de valores que van más allá que el dinero y lo material: La amistad, la vida de familia, la cultura, la comunicación, lo gratuito. Hay que tener tiempo para sonreír, para jugar con los hijos, con los amigos, y sobre todo, ocuparse de los bienes trascendentes, cara a Dios, los “bienes de arriba”, que son nuestros mejores bienes hoy… La oración, el apostolado, las obras de misericordia… Lo que nos enriquece delante de Dios y delante de los hermanos.
APLICACIONES:
Me diréis. En nuestra sociedad de consumo, es difícil vivir esto. Sin embargo, todos constatamos que deberíamos relativizar en nuestra vida, el dinero, el poder, el sobresalir, el prestigio, el placer, la buena vida…
Superar la tentación de la avaricia, la ambición, la idolatría de la riqueza material. A los niños y a los jóvenes tendríamos que educarlos en los valores, en el “ser” y no tanto en el “tener”. El enfoque de los estudios, las carreras, trabajos… Ej. ¡Tú a lo tuyo”…
Jesucristo, presente entre nosotros por la Palabra y la Eucaristía, nos muestra el camino de nuestra seguridad personal: “Buscad el Reino de Dios y su justicia, lo demás se os dará por añadidura”.
