Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,35-48):
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis? ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
Palabra del Señor
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jueves, 31 de marzo de 2016
martes, 29 de marzo de 2016
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,11-18):
En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»
Palabra del Señor
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,11-18):
En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»
Palabra del Señor
lunes, 28 de marzo de 2016
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: - «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: - «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: - «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.» Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Palabra del Señor.
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: - «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: - «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: - «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.» Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Palabra del Señor.
HOMILIA DE LA VIGILIA PASCUAL
Queridos hermanos. ¡Aleluya!
¡Felicidades! ¡En hora buena!
¡Alabado sea Dios! Cristo ha resucitado.
¡Alabado sea Dios! Cristo ha resucitado.
Este es el día en que
actuó el Señor. Hoy no celebramos una fiesta, sino la Fiesta por excelencia, el
Día que hizo el Señor. Hoy es el cumpleaños del mundo. Desde hoy se empiezan a
contar todos los días. La Pascua es primavera, el principio de todas las
primaveras. Flores y luces, ¿veis? Es Pascua florida. Floreció Jesús y con Él
floreció la vida… Con Él florecemos todos.
Todo fue obra del
Espíritu de Dios. El sopló con fuerza sobre aquel cadáver impresionante y todo
se llenó de vida. Se levantó de la tierra el Hombre Nuevo. Hoy todas las
iglesias resplandecen con luz y flores nuevas. Es la vida que restalla. Cristo
empieza su vida en plenitud. Y Cristo vivo nos colma des su Espíritu de vida.
Recordamos las
palabras de Jesús a los suyos: “Vosotros
ahora estáis tristes, pero vuestra tristeza se volverá en gozo”. Así fue en
verdad: Llena de alegría a la Magdalena, después de la búsqueda y el llanto. A
Pedro y Juan, después de las carreras nerviosas e inútiles. A los discípulos de
Emaús, después del camino desesperanzado y amistoso. A Tomás, después de sus
dudas y su soledad. A todos los discípulos, después de sus miedos e
incredulidades.
Es una alegría, una
fuente de alegría que el Resucitado introduce en sus entrañas y ya no se
secaría más. Una alegría que nada ni nadie les podría quitar. Así el cristiano
se convertirá en testigo de alegría.
Y es que la
Resurrección de Cristo abre el camino a todo tipo de resurrección. La fuerza de
Dios que removió aquella pesada losa del sepulcro de Cristo, se ofrece a todos,
para que puedan salir de sus propios sepulcros.
Cristo resucitado
anticipa el futuro de la humanidad. También nosotros podemos resucitar desde
ahora, podemos empezar a vivir ya resucitados. Podemos abrirnos a la
Esperanza de un mundo nuevo, esperar que nuestros
mejores deseos se realicen.
A veces nos
desanimamos ante la injusticias, ante el mundo roto y dividido, también
nuestras Iglesias, ante situaciones de mal, de guerras, de hambre... y tenemos
la tentación de gritar: ¿Hasta cuando...?
La respuesta de Dios es
siempre “al tercer día”. Hay un día de muerte y un día de espera. Pero
siempre al tercer día resucitamos. La Resurrección de Cristo es un sí a la vida
y a todas nuestras más profundas aspiraciones. Un sí a la creación sin límites,
un sí de Dios a la vida humana, y un no radical a la vida entendida como
absurdo, como frustración y como sin sentido.
La Pascua es principio
de vida nueva. En el sepulcro queda el hombre viejo, con sus vendas y sudario.
Se echa al fuego toda la levadura vieja. En la Cruz queda clavada la carne
pecadora. Ahora resucitados nos revestimos de Cristo, un traje nuevo y
luminoso. El corazón de piedra se ha transformado en corazón de carne, capaz de
abrirse a todos, de amar a todos.
Pero el paso que hay
que dar sigue siendo doloroso. Cada día tenemos que estar pasando de la muerte
a la vida. Cada día hay que coger los brotes del orgullo y ponerlos a los pies;
cada día hay que despojarse de ambiciones y apegos y echarlos al fuego; cada
día hay que domesticar los instintos de la autosuficiencia e independencia;
cada día hay que controlar las ansias de placer para vivir en libertad, cada día
hay que desarrollar los propios talentos para ponerlos al servicio de la
comunidad; cada día hay que avivar el fuego del amor. Y es que la Pascua se
vive y se celebra cada día. Por ello...
Compromiso
renovador
El que celebra la
Pascua debe ser testigo de la Resurrección: Dar a entender con nuestra vida que
Cristo ha resucitado, ser portadores de la entrega y la alegría de Cristo
resucitado; amará al estilo de Cristo.
Ha de combatir las
larvas de la muerte que se encuentren por doquier...
Ha de comprometerse en
la construcción de una sociedad nueva, redimida, la ciudad de la solidaridad,
el mundo de la alegría, la esperanza y el esfuerzo creador.
No ha de vivir en un
mundo aparte, ni aislarse. Ser sal y fermento. Ser alma del mundo...
domingo, 27 de marzo de 2016
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor
sábado, 26 de marzo de 2016
CAMBIO DE HORA: 27 DE
marzo, la
LA MISA ya SERÁ A LAS 20 HORAS.
viernes, 25 de marzo de 2016
VIERNES SANTO DE LA
PASIÓN DEL SEÑOR
Queridos hermanos en Cristo Jesús.
Hoy es Viernes Santo de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Hoy
sobran las palabras o, mejor, las palabras se quedan vacías, porque no pueden
expresar lo que estamos celebrando: El gesto que ayer contemplábamos admirados,
gesto de un Dios inclinado a nuestros pies, hoy se hace gesto de cruz, de
muerte, de silencio.
Hoy Dios habla muriendo, entregándose. Dios no se ha reservado nada; ha dado
todo lo que podía dar. HA DADO SU VIDA EN LA CRUZ. La Cruz, se hace así signo
que recoge todo el plan salvador y liberador de Dios. Si sabemos escuchar la
Cruz desde lo más hondo del corazón, ya hemos escuchado todo. ¡Es la Palabra
definitiva de amor!
1.- VIERNES SANTO, DIOS EN COMUNIÓN.
¡Escuchemos, pues, bien la Cruz!; miremos, pues, bien la Cruz! La Cruz se hunde
en lo profundo de la tierra, en lo más profundo de la historia de la humanidad,
en lo más íntimo de nuestra propia historia personal. Porque Dios nos ama a
cada uno de nosotros en nuestra más profunda realidad. Es el gran empeño de
Dios que nos busca en nuestra propia realidad y verdad.
En este amor de Dios que se hunde en nuestra historia personal (vida), se hace
verdad todo el recorrido de Jesús buscando a los pobres, a los enfermos, a los
abandonados, a los pecadores. En la cruz de Jesús, Dios nos ha encontrado y
Dios nos acoge; Dios nos resucita, nos habla al corazón, Dios nos renueva para
la vida.
Dejemos que el amor de la Cruz nos penetre. Dejemos a Dios amarnos. Y mirémonos
desde ese amor. No nos martiricemos más en nuestras intimidades oscuras y
esclavas. Dios nos ha amado, somos nuevos. Dios nos ha abrazado. La Cruz nos ha
penetrado para elevarnos hasta la categoría de hijos de Dios. Dios nos ha
escogido.
2.- VIERNES SANTO, DIOS ABRAZANDO A LA HUMANIDAD
Dentro de un momento vamos a orar por todo el mundo, por todos los
hombres. Justamente por esto, porque la Cruz es el abrazo de Dios a toda la
humanidad, a cada uno de los hombres y mujeres de nuestro mundo. Es el abrazo
que rompe toda barrera , toda clasificación. La cruz es el abrazo que nos
dignifica a cada uno de los hombres. Y, sobre todo, a cada uno de los abandonados
de la sociedad.
Mucho le ha costado a Dios este
abrazo. Ha tenido que romperse, descoyuntarse en la Cruz, para poder abarcar a
todos en este abrazo. Es el abrazo de la misericordia. Es el abrazo que
perdona. Abrazo que mira con ternura. Abrazo sin juicio.
Si Dios nos ha mirado así, ¿qué sentido tienen nuestras clasificaciones,
nuestros juicios, nuestras culpabilidades, nuestras tristezas…? ¡Vive la
alegría de ver abrazados a todos por Dios y unidos todos como hermanos!
3.- VIERNES SANTO, ABRAZO DE ADORACIÓN
Dentro de unos instantes vamos a adora la Cruz. Ese momento hemos de
convertirlo en momento de contemplación, de adoración, de abrazo de adoración.
El beso con que veneramos la Cruz, tiene que significar, en primer lugar,
recuerdo agradecido de lo que en ella se nos ha dado. Recordemos a Jesús
buscando a los pecadores, consolando y sanando a los enfermos, acogiendo a los
abandonados. Nuestro abrazo ha de ser profundamente agradecido.
Pero además, ha de significar un renovado compromiso de fe. Dios, al abrazar a
la humanidad, nos quiere hacer participar en su abrazo Nosotros somos los
portadores de Dios en esta sociedad concreta. La acogida de Dios llegará a los
más pobres y necesitados a través nuestro. Solo nosotros podemos hacer que los
abandonados se sientan acogidos. Hoy la Cruz nos invita a implicarnos en la
construcción del Reino. Nuestros brazos tienen que ser los brazos de Dios que
abrazan. Nuestro corazón ha de ser el corazón de Dios que perdona…
3.- MARIA
Finalmente, hemos visto a María al pie de la Cruz firme y creyente. Ese es
nuestro lugar. Esa es nuestra postura: Esa obediencia que se entrega a los
planes de Dios; ese corazón grande que ama hasta hacerse madre de los que matan
a su Hijo; ese “hágase” pleno… será el compromiso de una fe profunda.
Cuando besemos, abracemos la Cruz, renovemos el acto de fe de nuestro bautismo.
¡Vamos a atrevernos a creer en la Cruz! ¡Que la Cruz nos haga sentirnos en
comunión con Dios y con todos los hombres!
JUEVES SANTO
Si esta tarde tuviéramos que arreglar cuentas con el Señor, quedaríamos
endeudados para siempre. Esta tarde Jesús nos amó hasta el fin, sin fin. Su
amor desborda en palabras, gestos, y sentimientos. Es obligado repasar y
entrañar los testimonios de Jesús en esta hora, pues, “habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.
1.-
JUEVES SANTO, DIOS INCLINADO A NUESTROS PIES.
Es verdaderamente impresionante lo que hoy contemplamos: Dios amándonos como
sólo Dios puede amar. La imagen más expresiva es la que San Juan nos ha dado en
el Evangelio de Hoy: Jesús inclinado, de rodillas a los pies de sus discípulos.
Es la imagen de un Dios de rodillas a los pies de los que ama. Es el Dios que
nos lava a base de servirnos con “tanto amor”. “Se despojó de sí mismo tomando la
condición de esclavo” (Flp 2,7).
¡Nada de extraño que Pedro no lo pueda entender! “No me lavarás los pies jamás”.
Pedro quiere controlar, como nosotros solemos querer controlar. Pero el amor de
Dios no se controla, no tiene control. El amor de Dios no cabe en nuestros
esquemas racionalistas...El amor de Dios no se explica. Simplemente se acoge,
se vive y se adora. Se contempla en el silencio de un corazón extrañado.
¡Estamos ante un gesto de “TANTO AMOR”!.
¿Nos atrevemos a creer que hoy Jesús está inclinado a nuestros pies, para
servirnos, para lavarnos, para amarnos? ¿Nos atrevemos a imaginarnos en nuestra
fe a Dios inclinado ante nosotros, porque nos “ama tanto”? ¿Nos atrevemos a
dejarnos a amar así, sin caer en la tentación de controlar a Dios? Déjate amar..
2.-
JUEVES SANTO, DIOS ENTREGADO POR AMOR
Hay otro gesto, también impresionante: Jesús toma el pan, toma el vino y se
entrega en el pan y en el vino. “Los
amó hasta el extremo”. Es el gesto de entregarse sin reservas. Gesto que
mañana veremos realizarse plásticamente en el misterio de la cruz. Jesús se nos
entrega como comida y bebida; y en Él, es Dios mismo quien se hace Dios
entregado.
Nosotros ¡tantas veces idealizamos el amor! ¿No es verdad que nos cuesta creer
el amor hecho pan diario, hecho vino de gozo diario, hecho entrega diaria? Y,
sin embargo Dios se nos da en esta presencia pequeña de pan y vino,
en esta presencia pequeña de cada día. Presencia pequeña que se hace gesto de
un amor impresionante, gesto de “tanto amor”.
El signo de la Eucaristía, el gesto de Jesús de entregarse en el pan y en el
vino, ¡debería de llevarnos a cambiar nuestras imágenes de Dios! El poder de
Dios es poder por amor, por entrega, por servicio. Dios es Dios porque ama más
y mejor que nadie, como solo Dios puede amar.
Hoy, cuando en la comunión tomemos en nuestras manos el pan de Dios entregado,
¿nos atreveremos a creer que tenemos en nuestras manos al Dios entregado por
nuestra liberación? ¿Nos atreveremos a celebrar la Pascua, el paso a la vida,
el paso a la libertad? ¿Nos atreveremos a sentirnos amados “tanto”?.
Hay otro regalo que hoy recibimos de Cristo, el sacerdocio ministerial
entregado a los Apóstoles, cuando les dijo “Haced esto en memoria mía”. Acabamos
de celebrar el Año de la Vida Consagra, pidamos que el Señor nos de buenos y
abundantes Pastores, según su corazón, porque “la mies es abundante y los operarios
pocos”…
3.-
JUEVES SANTO, LIBERADOS PARA AMAR.
“Vosotros también lo hagáis”.
Hermanos, hemos sido amados por Dios; y el amor de Dios nos ha liberado como al
pueblo de Israel y nos hace caminar en libertad. Hoy estamos celebrando aquella
cena que nos puso en marcha hacia tierras de libertad. Hemos sido liberados
para amar. Estamos celebrando la Pascua. Dios nos ha regalado un corazón nuevo.
Un corazón capaz de inclinarse ante los necesitados. Corazón capaz de amar a
todos aquellos que necesitan de amor. Corazón capaz de hacerse pan de cada día
para todos los que están cerca de nosotros.
Para los que celebramos esta cena del Jueves Santo, el amor no puede ser un
deseo idealista. El amor se hace “mandamiento”,
se hace tarea, de hace regalo diario. Hemos sido amados para amar, y sólo
amando aprenderemos el amor.
Hay en torno nuestro muchas personas que necesitan que les lavemos los pies.
Muchos pobres que necesitan de nuestro pan. Solamente un corazón en disposición
de amor, dispuesto a compartir, puede penetrar en el misterio pascual de “tanto
amor”.
Hoy ha de ser un día de agradecimiento. Eucaristía, “acción de gracias”, porque
Dios nos ha amado hasta el extremo. Cuando dentro de unos momentos se repita
ante nosotros el gesto de lavar los pies, hemos de mirar nuestra propia vida, y
sentirnos perdonados y lavados del todo. Y hemos de aprender a mirar en torno a
nosotros para percibir quienes nos necesitan. Y cuando participemos en el gesto
de partir el pan de la Eucaristía, hemos de renovar nuestro compromiso pascual
de vivir liberados para amar. ¡Por qué hemos sido amados!
¡Que el Dios que nos “amó hasta el
extremo”, nos haga permanecer siempre en su amor! Que la Virgen que
contempló y guardó en su corazón el misterio del amor de su Hijo, sea nuestro
modelo y nos ayude a guardar este amor de su Hijo en nuestro corazón.
jueves, 24 de marzo de 2016
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,1-15)
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»
Palabra del Señor
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,1-15)
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»
Palabra del Señor
miércoles, 23 de marzo de 2016
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (26,14-25):
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho.»
Palabra del Señor
Lectura del santo evangelio según san Mateo (26,14-25):
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho.»
Palabra del Señor
martes, 22 de marzo de 2016
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38):
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
- «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
- «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
- «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
- «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me busca¬réis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
"Donde yo voy, vosotros no podéis ir"»
Simón Pedro le dijo:
- «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
- «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
- «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
- «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».
Palabra del Señor
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38):
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
- «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
- «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
- «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
- «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me busca¬réis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
"Donde yo voy, vosotros no podéis ir"»
Simón Pedro le dijo:
- «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
- «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
- «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
- «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».
Palabra del Señor
lunes, 21 de marzo de 2016
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11):
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11):
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor
sábado, 19 de marzo de 2016
DOMINGO DE RAMOS: HOMILIA
Queridos... hermanos. Hemos fijado nuestra mirada en aquel que es el centro de
todo cuanto celebramos y vamos a celebrar estos días santos: Jesús, el Hijo de
Dios, nuestro Señor que, con toda fidelidad y amor, sigue el camino que le
lleva a la cruz, y nos abrirá a nosotros las puertas de la vida.
Durante cuarenta días hemos preparado esta gran semana que es la Hora del Señor
y la gran hora, oportunidad de nuestra vida. Es el paso decisivo del Señor por
nuestra historia personal y comunitaria.
El evangelio de hoy, la Pasión, es el primer pregón de esa Semana Santa.
(Después, enseguida de la Procesión de los ramos, se nos proclama la Pasión y
la Cruz. Es lo que va a dar tono a la semana.) Se nos presenta a Cristo, el
Siervo de Yavé, “que ofrece la
espalda a los que le golpeaban y que no oculta el rostro a insultos y
salivazos”. ¡Qué gran misterio ¡ Ese rostro divino que resplandece
gloriosamente, es escupido y maltratado. Esas espaldas que sostiene el mundo,
terminarán siendo rotas a golpes y latigazos. ¿En quién podemos ahora
descansar?
SE VACÍA Y SE ANONADA.
Se nos presenta a un Mesías de condición divina, pero que se olvida de ella...
Que se abaja y se rebaja, se oscurece, se empequeñece, se vacía y anonada hasta
aparecer como esclavo, como un cualquiera...
Se nos presenta un Mesías vendido y traicionado por uno de los suyos y
abandonado por casi todos; agonizando en Getsemaní entre fríos sudores de
sangre. Juzgado escandalosamente por tribunales, burlado, abofeteado apaleado,
para terminar en la cruz.
Esta vida, la de Jesús, terminó así. Chocó totalmente con tanto mal, con tanta
cobardía, con tanta miseria como hay en el mundo, que murió. Y sigue hoy
sufriendo y muriendo: “La tierra
se ha convertido en un cementerio. ¡Cuántos hombres, cuántos sepulcros! ¡Un
gran planeta de tumbas! Entre todas las tumbas esparcidas en los continentes de
nuestro planeta hay una, la del Hijo de Dios, el Hombre Jesucristo, que venció
a la muerte con la muerte” (Juan Pablo II)
Hay, pues una luz que ilumina todo el proceso.
Esa luz es el Amor. Es lo que da sentido a toda esta lectura, la
clave de interpretación de esta historia, de esta vida, y de tantas otras
vidas..., la tuya también. Sin esa luz, sin ese amor todo se convertiría en una
tragedia absurda. Pero no, hay un Amor que todo lo explica y que convierte la
tragedia en una victoria final... Podríamos cada uno concretar testimonios...
La pasión sin amor es un crimen vulgar. La pasión con amor es la historia más
hermosa de salvación. “Nadie tiene
amor más grande que el que da la vida”.
La Semana Santa nos debe adentrar en el Misterio de Cristo. Pero no de una manera folclórica,
superficial, sentimental. Nuestra celebración ha de ser compasiva, comprometida
y viva. Y ELLO SUPONE:
a) Personalizar: No conocer teóricamente, sino comulgar, asumir, compenetrarse,
complementar sus padecimientos y su resurrección. Que Jesús entre en ti y
prolongue su pasión y resurrección en ti.
b) Actualizar: No sufrió, sino que sufre; no sólo en los oficios..., sino en
los enfermos, en los que padecen, en todos los que sufren...
c) Desde la esperanza: El amor es más fuerte que el pecado y que la muerte...
La esperanza es posible porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestro
corazón.
d) Estos días, nuestras Celebraciones litúrgicas han de ser festivas, pues el
Señor está grande con nosotros y estamos alegres.
La Eucaristía que celebramos hoy es la pasión, muerte y resurrección de Cristo
y con Él todos y cada uno de nosotros.
DOMINGO DE RAMOS:
PROCESIÓN
Queridos hermanos. Comenzamos la Semana
Santa, la Semana grande de los cristianos. Y la comenzamos haciendo realidad el
Evangelio que acabamos de proclamar...
Jesús viene de Galilea a Jerusalén para celebrar la Pascua, fiesta que reunía a todos los israelitas para recordar las grandes obras que Dios había realizado a favor de su pueblo: La liberación de la esclavitud...
Con Jesús, gentes de todas partes y, sobre todo, de Galilea, venían a
Jerusalén. Conocían a Jesús, habían escuchado su predicación del Reino, habían
palpado sus milagros, cómo se acercaba a los pobres y los débiles, cómo
plantaba cara a la injusticia y la maldad.
Y todas esas personas que ya le conocían, le aclaman ahora cuando entra en
Jerusalén, mientras que los que no le conocían, preguntan “¿Quién es este?
Nosotros estamos aquí porque conocemos a Jesús. Conocemos su amor. Creemos en
Él; sabemos que Él nos propone un camino de felicidad y de vida. Y por ese
motivo, también nosotros le aclamamos con nuestros ramos y palmas, con nuestros
cantos y nuestras vidas.
Hermanos celebremos muy de veras estos días santos. En ellos se hace presente lo más grande y hermoso que tenemos los cristianos y que Dios nos ha regalado. Que nuestra participación, nuestros silencios, oración... nos adentren en un renovado despertar de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestro amor.
El Señor “pasa”. Abrámosle las
puertas de la Iglesia, de cada casa, y de cada corazón; Y dejemos que renueve
en nosotros su marca, su “huella”,
su amor infinito, salvador y eterno.
Dispongámonos a vivir la Pascua con todos los que, como Jesús en la cruz,
gritan a todo el mundo: “Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Es el grito desgarrador de tantos
hombres y mujeres que sufren y por los que se entrega el mismo Jesús. Entremos
en la Pascua con ellos y dejemos que Jesús entre en nuestras vidas, las
transforme y las fortalezca. CELEBRACIONES DE SEMANA SANTA EN LA PARROQUIA
DOMINGO DE RAMOS:
-
9,30 H. BENDICIÓN DE RAMOS Y SANTA
MISA, en San Ignacio.
-
13,00 H. BENDICIÓN DE RAMOS Y MISA.
-
19,00 H. SANTA MISA.
LUNES SANTO:
-
19,00 H. SANTA MISA.
MARTES SANTO:
-
10,30 H.MISA CRISMAL EN LA CATEDRAL
-
19,00 H. SANTA MISA.
MIÉRCOLES SANTO:
-19,00
H. SANTA MISA Y CONFESIONES
JUEVES SANTO:
-
19,00 H. “CENA DEL SEÑOR”
-
0,00 H. HORA SANTA
VIERNES SANTO:
- 17
H. PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR.
SABADO SANTO:
-21,30
H. SOLEMNE VIGILIA PASCUAL.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN: cio.
-12,30
Y 20,00 H. MISA EN S. PABLO
-11,00
H. MISA, EN SAN IGNACIO.
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