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domingo, 10 de julio de 2016

REFLEXIÓN DE DON MANUEL PARA EL DÍA DE HOY


DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

       Queridos hermanos: Seguimos acompañando a Jesús en su camino hacia Jerusalén, en que nos va instruyendo para que su camino sea también nuestro camino.

       Hoy nos identificamos con el maestro de la ley y le preguntamos a Jesús: ¿QUÉ DEBO HACER? Pregunta clave y permanente en la vida humana, y en los diversos campos donde el hombre actúa: económico, social, religioso, moral.

        Pregunta vigente en nuestra Iglesia, que busca  respuestas: De ahí la celebración hace cincuenta años del Concilio Vaticano II, de los Sínodos de Obispos, de las Asambleas, de multitud de reuniones…

       Lo cierto es que uno de los problemas de estos tiempos es la falta de amor. La peor enfermedad de siempre es el no sentirse amados. Y la mejor medicina que puede curar la soledad, la desesperación y la falta de horizontes es el amor. Mucha gente muere por falta de amor. Y es que el hombre necesita a Dios. “Dios es amor”

       “Buscad a Dios y vivirá vuestro corazón… Miradlo los humildes, y alegraos. Que el Señor escucha a sus pobres,  no desprecia a sus cautivos”, hemos orado en el Salmo 68.

 I.- Todos conocemos la respuesta; pero nos cuesta o no queremos vivirla. Así les ocurría, como hemos escuchado a los Israelitas que dicen: “Los mandatos de Dios… son lejanos, están en las nubes, no se entienden…” Moisés, dándose cuente del porque lo dicen, les contesta: Ni están en las nubes, ni lejos, ni son difíciles: “Están en tu corazón y en tu boca”. Están en tu conciencia, Dios te los ha dado al crearte, son vuestras excusas, preferís vuestros planes.

         II.- También les ocurre al Letrado (fariseo) y al sacerdote y levita del Evangelio. Son personas conocedoras de Dios, de sus mandatos, de su voluntad; saben, pero no quieren no están dispuestos a vivirlos.

       III.- La respuesta nos la ha dado Dios con su proceder en la historia de la salvación: Un Dios cercano, compasivo y misericordioso… Un Dios, aún más cercano: Jesús-hombre, Buen Samaritano… Un Dios mucho más cercano: Su Espíritu que se ha metido en nuestro corazón, para capacitarnos.

       IV.- “Anda, haz tu lo mismo”. Es la respuesta de Jesús. Y es que para vivir se ha de amar a Dios y al hombre; a uno y a otro, porque quien ama a Dios ama al hombre, a todo hombre, y solo quien ama al hombre ama a Dios.

        Nosotros ya lo sabíamos, pero hoy el Maestro nos lo ha recordado, para no despistarnos, para que vivamos con el mismo amor con que el nos ama, hagamos así posible la vida y la tengamos abundantemente. Ahora cada un debe concretar sus compromisos…

        La Eucaristía es el encuentro con el Buen Samaritano, que nos cura, nos sana y nos capacita para amar como Él.



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