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sábado, 9 de julio de 2016

Del Santo Evangelio según San Mateo 10,24-33

El que me reconozca, Yo lo reconoceré ante mi Padre: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres." Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

Jesús tranquiliza a la multitud. "No tengan miedo", porque no hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. Como si quisiera decir que esconderse no ayuda, si bien la levadura de los fariseos llevaba y lleva a la gente a amar más a las tinieblas que a la luz.

Esta levadura es un virus que enferma y te hará morir. ¡Estén atentos! Esta levadura te lleva a las tinieblas. ¡Estén atentos!

Pero hay uno que es más grande que esto: es el Padre que está en el Cielo. "¿Acaso cinco pájaros no se venden por dos monedas? Y sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. También los cabellos de su cabeza están todos contados". Y después la exhortación final: "¡No tengan miedo! ¡Valen más que muchos pájaros!".

Ante todos estos temores que nos ponen aquí y allá, y allá, y que nos pone el virus, la levadura de la hipocresía farisea, Jesús nos dice: "Hay un Padre. Hay un Padre que los ama. Hay un Padre que los cuida".

Hay un solo modo para evitar el contagio. Es el camino que indica Jesús: orar. La única solución para no caer en esa actitud farisaica que no es ni luz ni tinieblas, sino que está a mitad de un camino que jamás llevará a la luz de Dios.

Oremos. Oremos tanto. "Señor, custodia tu Iglesia, que somos todos nosotros. Custodia a tu pueblo, el que se había reunido y se apretujaba entre sí. Custodia a tu pueblo, para que ame la luz, la luz que viene del Padre, que viene de Tu Padre, que te ha enviado a Ti para salvarnos. Custodia a tu pueblo para que no se vuelva hipócrita, para que no caiga en la tibieza de la vida. Custodia a tu pueblo para que tenga la alegría de saber que hay un Padre que nos ama tanto”. (Homilía en Santa Marta, 16 de octubre de 2015)

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