Invitación a la alegría Cristiana.
Una introducción a
la lectura de la exhortación apostólica Gaudete in domino de Pablo VI,
Para muchos de nosotros las palabras y los gestos de nuestro
Papa Francisco resultan profundamente motivadoras. En él, como en Cristo
Resucitado, encontramos no pocas veces la invitación a la alegría, al gozo de
ser cristiano. No olvidamos el nombre de su exhortación Evangelii Gaudium en la que nos proponía las líneas de fuerza para
este renovado camino de evangelización en el que se encuentra inmersa toda la
Iglesia.
Menos conocida es esta faceta en otro Papa, que fue acusado
de serio y de excesivamente racional, pero que nos ha dejado un documento
extraordinario titulado Gaudete in Domino
(Gozaos en el Señor). En su primera página afirma: “En el momento en que
los cristianos se disponen a celebrar, en el mundo entero, la venida del
Espíritu Santo, os invitamos a pedirle el don de la alegría”. A esa invitación
me sumo yo con el deseo de que esta presentación os anime a leer el documento
original.
El Beato Pablo VI comienza relatando, como en una escalera ascendente, las causas de la alegría y los caminos para
legar a ella. En primer lugar, la necesidad de que juntos procuremos “un
mínimo” necesario para “la felicidad de las numerosas poblaciones que carecen
de ella. Después nos invita a “aprender a gustar simplemente de las múltiples
alegrías humanas que el Creador pone en nuestro camino”; así, la naturaleza, el
silencio, el trabajo, el deber cumplido, la pureza, el servicio, el compartir y
hasta el sacrificio pueden convertirse en fuetes de gozo sencillo pero
continuo. Por último, pero no como menos importante, el Papa nos recuerda que
sólo Dios es el fin último de nuestra vida, y que solo en él encontrará nuestra
alma el verdadero gozo. Es esta la fuente inagotable de la alegría de la que
los cristianos hemos de ser cauce y agente insustituible por el anuncio del
Evangelio.
Pablo VI, nos habla entonces de la alegría genuinamente
cristiana, aquella que Abraham, Moisés y los profetas intuyeron; aquella que
fue anunciada a María y a la que ella respondió “exultando de gozo en el Señor”
nuestro Salvador.
La alegría cristiana que no es otra que la misma alegría de
Jesús, cuyo secreto está n “que se sabe amado por su Padre” con un amor que “es
la resonancia, en su conciencia de hombre, del amor que él conoce desde
siempre, en cuanto Dios, en el seno del Padre”. Nosotros, que hemos creído en
Cristo, estamos “llamados a participar de esta alegría” participando de este
mismo amor.
Por otra parte, la alegría cristiana “se desenvuelve
necesariamente bajo el signo del sacrificio pascual, yendo por amor a la muerte
y por la muerte a la vida y al amor”. Por ello la alegría cristiana, expresada
en las bienaventuranzas, es compatible con la cruz, pero no se deja ahogar en
ella porque la percibe iluminada por el gozo de la resurrección.
Este gozo pascual es el gozo de la Santísima Virgen, a la
que con razón invocamos los cristianos como “causa de nuestra alegría”; es la
alegría de los mártires y de todos los Santos, que vivieron en su combate por
el Reino aquella “pasión de amor” que esta “incluye necesariamente”. Cita el
Papa en su exhortación tres ejemplos brillantes de esta pasión y de esta
alegría: San Francisco de Asis, Santa Teresa Lisieux y San Maximiliano María
Kolbe. Todos ellos, a los que no faltaron los sufrimientos humanos, encontraron
en la Eucaristía las primicias de la alegría del cielo. Todos ellos,
disfrutando de la comunión con Cristo fueron promotores de una comunión cada
vez más universal.
Y es que la alegría cristiana no será completa si no se
muestra como una alegría para todos: para los niños y los adultos, para los
cristianos y los que todavía no los son visiblemente. Todos estamos llamados a
la conversión por la que accedemos a la verdadera libertad y la alegría.
No olvida el Papa a los jóvenes, cuya juventud no debe ser
entendida de un modo meramente biológico o romántico, sino como una oportunidad
de apertura natural “a las llamadas y exigencias de su alto destino de hombre y
el dinamismo del Espíritu Santo, de quien la Iglesia recibe inagotablemente su
propia juventud, su fidelidad sustancial a sí misma y, en el seno de esta
fidelidad, su viviente creatividad”.
En este contexto invitaba el papa a peregrinar y a gozar de
la alegría del peregrino, que vive la experiencia como una “pascua” que renueva
en su vida el don de Pentecostés. Esta invitación sigue siendo actual para
nosotros en este año de la Misericordia,
en el que podemos vivir renovadamente nuestra condición de hijos y así
disfrutar de la verdadera “alegría de ser cristiano, vinculado a la Iglesia ‘en
cristo’, en estado de gracia con Dios”, la única “alegría capaz de colmar el
corazón humano”
Luis María Salazar García
NB:
El documento es fácilmente
accesible a través de la página del Vaticano:
http://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/apost_exhortations/documents/hf_p-vi_exh_19750509_gaudete-in-domino.html
http://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/apost_exhortations/documents/hf_p-vi_exh_19750509_gaudete-in-domino.html
Para quienes previeran
acercarse a él en papel existen una edición en EDIBESA, realizada con motivo de
los veinte años de la muerte de Pablo VI Es antigua, pero todavía puede
encontrarse por internet. Pablo VI. La
alegría de ser cristiano. Gaudete in Dimino. Credo del Pueblo de Dios.
Testamento. Edición preparada por José Antonio Martinez Puche, O.P. con
prólogo de D. Elías Yanes. Madrid 1998
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