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domingo, 24 de abril de 2016


Invitación a la alegría Cristiana.

Una introducción a la lectura de la exhortación apostólica Gaudete in domino de Pablo VI,

Para muchos de nosotros las palabras y los gestos de nuestro Papa Francisco resultan profundamente motivadoras. En él, como en Cristo Resucitado, encontramos no pocas veces la invitación a la alegría, al gozo de ser cristiano. No olvidamos el nombre de su exhortación Evangelii Gaudium en la que nos proponía las líneas de fuerza para este renovado camino de evangelización en el que se encuentra inmersa toda la Iglesia.

Menos conocida es esta faceta en otro Papa, que fue acusado de serio y de excesivamente racional, pero que nos ha dejado un documento extraordinario titulado Gaudete in Domino (Gozaos en el Señor). En su primera página afirma: “En el momento en que los cristianos se disponen a celebrar, en el mundo entero, la venida del Espíritu Santo, os invitamos a pedirle el don de la alegría”. A esa invitación me sumo yo con el deseo de que esta presentación os anime a leer el documento original.

El Beato Pablo VI comienza relatando, como en una escalera ascendente, las causas de la alegría y los caminos para legar a ella. En primer lugar, la necesidad de que juntos procuremos “un mínimo” necesario para “la felicidad de las numerosas poblaciones que carecen de ella. Después nos invita a “aprender a gustar simplemente de las múltiples alegrías humanas que el Creador pone en nuestro camino”; así, la naturaleza, el silencio, el trabajo, el deber cumplido, la pureza, el servicio, el compartir y hasta el sacrificio pueden convertirse en fuetes de gozo sencillo pero continuo. Por último, pero no como menos importante, el Papa nos recuerda que sólo Dios es el fin último de nuestra vida, y que solo en él encontrará nuestra alma el verdadero gozo. Es esta la fuente inagotable de la alegría de la que los cristianos hemos de ser cauce y agente insustituible por el anuncio del Evangelio.

Pablo VI, nos habla entonces de la alegría genuinamente cristiana, aquella que Abraham, Moisés y los profetas intuyeron; aquella que fue anunciada a María y a la que ella respondió “exultando de gozo en el Señor” nuestro Salvador.

La alegría cristiana que no es otra que la misma alegría de Jesús, cuyo secreto está n “que se sabe amado por su Padre” con un amor que “es la resonancia, en su conciencia de hombre, del amor que él conoce desde siempre, en cuanto Dios, en el seno del Padre”. Nosotros, que hemos creído en Cristo, estamos “llamados a participar de esta alegría” participando de este mismo amor.

Por otra parte, la alegría cristiana “se desenvuelve necesariamente bajo el signo del sacrificio pascual, yendo por amor a la muerte y por la muerte a la vida y al amor”. Por ello la alegría cristiana, expresada en las bienaventuranzas, es compatible con la cruz, pero no se deja ahogar en ella porque la percibe iluminada por el gozo de la resurrección.

Este gozo pascual es el gozo de la Santísima Virgen, a la que con razón invocamos los cristianos como “causa de nuestra alegría”; es la alegría de los mártires y de todos los Santos, que vivieron en su combate por el Reino aquella “pasión de amor” que esta “incluye necesariamente”. Cita el Papa en su exhortación tres ejemplos brillantes de esta pasión y de esta alegría: San Francisco de Asis, Santa Teresa Lisieux y San Maximiliano María Kolbe. Todos ellos, a los que no faltaron los sufrimientos humanos, encontraron en la Eucaristía las primicias de la alegría del cielo. Todos ellos, disfrutando de la comunión con Cristo fueron promotores de una comunión cada vez más universal.

Y es que la alegría cristiana no será completa si no se muestra como una alegría para todos: para los niños y los adultos, para los cristianos y los que todavía no los son visiblemente. Todos estamos llamados a la conversión por la que accedemos a la verdadera libertad y la alegría.

No olvida el Papa a los jóvenes, cuya juventud no debe ser entendida de un modo meramente biológico o romántico, sino como una oportunidad de apertura natural “a las llamadas y exigencias de su alto destino de hombre y el dinamismo del Espíritu Santo, de quien la Iglesia recibe inagotablemente su propia juventud, su fidelidad sustancial a sí misma y, en el seno de esta fidelidad, su viviente creatividad”.

En este contexto invitaba el papa a peregrinar y a gozar de la alegría del peregrino, que vive la experiencia como una “pascua” que renueva en su vida el don de Pentecostés. Esta invitación sigue siendo actual para nosotros en este año de la Misericordia, en el que podemos vivir renovadamente nuestra condición de hijos y así disfrutar de la verdadera “alegría de ser cristiano, vinculado a la Iglesia ‘en cristo’, en estado de gracia con Dios”, la única “alegría capaz de colmar el corazón humano”

Luis María Salazar García

NB:

El documento es fácilmente accesible a través de la página del Vaticano:
http://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/apost_exhortations/documents/hf_p-vi_exh_19750509_gaudete-in-domino.html

Para quienes previeran acercarse a él en papel existen una edición en EDIBESA, realizada con motivo de los veinte años de la muerte de Pablo VI Es antigua, pero todavía puede encontrarse por internet. Pablo VI. La alegría de ser cristiano. Gaudete in Dimino. Credo del Pueblo de Dios. Testamento. Edición preparada por José Antonio Martinez Puche, O.P. con prólogo de D. Elías Yanes. Madrid 1998

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