Queridos fieles diocesanos:
1. Para los cristianos, Mayo, tiene un adjetivo: Mariano.
La llegada de este mes, con su estallido de colores, su luz intensa…,
nos habla del Creador y de nuestra Madre del Cielo, la Santísima Virgen
María.
El primero en asociar al mes de mayo la devoción a María, en
nuestra literatura, pudo ser el rey Alfonso X el Sabio, que escribió así
al comienzo de sus Cantigas: “¡Bienaventurado mayo!, porque con su serena alegría nos invita a rogar a María con nuestros cantos ante sus altares”.
Puedo afirmar, por lo observado en mis visitas a las comunidades
parroquiales, que la Diócesis de Jaén es profundamente mariana. Toda
ella, capital y provincia, cada zona, cada valle y comarca, cuenta con
una devoción y santuario mariano. Sus imágenes nos hablan de una Iglesia
que ha sabido coronar y reservar lugares privilegiados para la que es
Madre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre nuestra.
2.
La Virgen está ahí, en el pueblo, en la Ciudad, en el Evangelio, en la
vida de nuestra Iglesia de Jaén. Está en las enseñanzas conciliares del
Vaticano II, ocupando un apartado especial, muy rico en enseñanzas.
Muchos podríamos acercarnos a ese gran capítulo VIII de la Constitución Lumen Gentium
para contemplar a la Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de
Cristo y de la Iglesia. Todo un tratado de mariología que los sacerdotes
deberían procurar acercar a sus fieles durante este mes de mayo.
Esta devoción brota de la percepción del pueblo cristiano no sólo
de la misión salvífica que Dios ha confiado a la Madre del Salvador,
sino también por ser nuestra Madre santa e inmaculada, que ruega por
nosotros ante la presencia de Dios. Es “Madre de misericordia” que
intercede por nosotros ante su Hijo.
3. Por
todo ello, durante este mes, los altares marianos parecen un vergel. El
amor se hace flor ante la Virgen María. Ella no se cansa de escuchar
nuestras súplicas y está siempre atenta a la voz de sus hijos.
En este clima se han creado un sinfín de devociones sencillas,
pero profundas, peregrinaciones, romerías, triduos, novenas. Sobre todo
hemos de destacar el rezo del Ángelus y del Santo Rosario.
Es muy oportuno no sólo conservar, sino también renovar, las celebraciones marianas durante este mes.
Podemos tener presente el tiempo litúrgico de Pascua, que coincide en
gran parte con este mes, como también el acontecimiento de Pentecostés,
que inauguró el camino de la Iglesia.
4.
Mayo es buena oportunidad para renovar nuestra devoción a María
Santísima en nuestras familias, parroquias e individualmente, de no ser
posible lo anterior. Es camino seguro y directo para acercarnos a su
Hijo, nuestro Salvador.
A Ella encomendamos, de manera especial, a todas las personas
enfermas, a quienes sufren y caminan solas, a los cristianos perseguidos
sólo por serlo.
Que nuestra oración sea un canto que llegue hasta su presencia
desde todos los rincones de esta Iglesia del Santo Reino y el mejor de
los ramilletes de flores, en su honor.
¡Venid y vamos todos… con flores a María!
Un saludo cordial en el Señor.
+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén