DOMINGO
VIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO”A”
Confiar
incondicionalmente en Dios. He aquí otra “revelación” importantísima de
nuestro Maestro Jesús, como la del Domingo pasado “Vosotros amad a vuestros
enemigos”. Y es que los cristianos tenemos la experiencia de que Dios
no nos olvida, no abandona jamás a sus hijos: “¿Es que puede una madre
olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues
aunque ella se olvide, yo no te olvidaré”, afirma Isaías.
Tampoco nosotros debemos olvidarnos de Él ni
del progreso del mundo, “rechazando la
tentación de una espiritualidad oculta e individualista que poco tiene que ver
con las exigencias de la caridad, con la lógica de la Encarnación”, como
nos decía Juan Pablo II.
El
mensaje cristiano, confiar plenamente en
Dios, no nos aparta de la construcción del mundo, ni de ocuparnos del bien
de nuestros semejantes. El cristiano comprometido en el progreso técnico,
social y político ha de velar por el desarrollo de la dignidad de todos los
seres humanos, pero confiando su vida y su trabajo plenamente en Dios.
Por
eso, tanto la mesa de la Palabra, como la mesa de la Eucaristía de este
Domingo dan sentido a nuestras
actividades cotidianas, con el fin de que no nos quedemos en mero activismo, y
vayamos a lo verdaderamente importante, escogiendo bien el amo de nuestra
existencia.
“Que
la gente sólo vea en vosotros servidores de Cristo y administradores de los
misterios de Dios”, nos dice San Pablo la segunda lectura.
Y
en el Evangelio: “Dijo Jesús a sus discípulos: nadie puede estar al servicio
de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro... No podéis servir a
Dios y al dinero”.
El Maestro nos urge, pues, a caminar sirviendo a
Dios que nos ama como el mejor Padre y la mejor Madre, pero quiere que
decidamos con plena libertad.
Por
desgracia el corazón de muchos hombres gira alrededor del dinero, y no de Dios.
Es preciso subrayar que el dinero no es malo. El dinero hace malo al hombre
cuando el hombre lo adora, lo convierte en un ídolo y sacrifica su vida y la de
los demás para acumular más y más riquezas materiales.
“Por
eso os digo: no estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer, ni por
el cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el
alimento, y el cuerpo que el vestido?”. Dios nos dará lo que necesitemos.
“Buscad
el Reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”; esta
es la orientación que desea Jesús para nuestra vida de cada día, nuestra
principal preocupación. La justicia de Dios es una justicia de padre. Jesús es
la justicia de Dios, y quiere que seamos
dóciles a los planes de Dios en todos nuestros actos, orientando bien la
vida lejos del egoísmo.
Confianza absoluta en Dios y abandono en Dios: “Ya sabe vuestro Padre
del cielo que tenéis de todo eso”. Santa
Teresa de Jesús nos trasmite su experiencia: “Nada te turbe, nada te
espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a
Dios tiene nada le falta, sólo Dios
basta”.
Así lo han vivido y viven los misioneros que salieron de nuestra tierra
para evangelizar América. De este continente ha venido el Papa Francisco, que
nos invita a llevar a los demás la alegría del Evangelio. De ahí el lema de
este Día de Hispanoamérica: “la alegría de ser misionero”.
Que esta Jornada sirva para dar gracias a Dios por la generosidad de
nuestros misioneros y por su entrega al servicio del reino de Dios; y para
pedir que Dios suscite en todas las diócesis españolas, en comunidades
religiosas y en movimientos eclesiales, nuevas y muchas más vocaciones misioneras…
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