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domingo, 16 de febrero de 2014

REFLEXIÓN DEL DOMINGO DE DON MANUEL

DOMINGO VI DEL TEIMPO ORDINARIO CICLO A
EL DESEO DE UNAS LEYES PARA CONDUCIRNOS
Había un personaje inglés que se había convertido al catolicismo, y escribió una carta a su Obispo, diciéndole que le gustaría vivir sin ningún tipo de inseguridad respecto a lo que debía hacer o evitar cada día. Le pedía recibir del Obispo todos los días una carta con las instrucciones a seguir. Este le contestó que invocara al Espíritu Santo y así no tendría incertidumbre alguna. Estos deseos del personaje inglés, podrían ser los deseos de bastantes cristianos: Tener muy claros las leyes, las normas, los comportamientos que hay que seguir… Una especie de recetario, que una vez realizado, uno poder quedar tranquilo y feliz
EL SERMÓN DE LA MONTAÑA, programa de Jesús, que estamos escuchando, no va por ahí. Seguir el camino de Jesús no funciona a base de hacer esto o aquello, para así tener la conciencia tranquila. Ese era el comportamiento de los Letrados y Fariseos, que Jesús denuncia.
EL PROGRAMA DE JESÚS, SU CAMINO SIEMPRE PIDE MÁS. Jesús no da unas nuevas leyes, sino algo bastante más hondo: Nos enseña a hacer nuestra la voluntad de Dios (a descubrirla y a vivirla en todos y cada uno de los acontecimientos de nuestra vida). Detrás de todo existe un amor infinito de Padre y un amor de hermanos. Para este amor no existen límites, no se puede decir “hasta aquí y basta”. Hay que caminar en la búsqueda y construcción del amor pleno, de la unidad plena. JESÚS ES ESA PLENITUD, EL CAMINO, LA VERDAD, LA VIDA.                                 
Ahora bien este camino de amor de Jesús no sería real y sincero si no fuera libre. Y es el mismo Dios, quien por amor, nos da la libertad y la respeta siempre. “Delante de ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja”. Palabras que nos hacen caer en la cuenta de la libertad y de la responsabilidad del hombre en su propio destino. Dios nos propone un camino (Jesucristo, su Hijo) que conduce a la vida. Cada uno de nosotros escoge o no ese camino para desarrollar su propia existencia. Así lo expresa el Salmo proclamado: “Dichoso el que camina en la voluntad del Señor”. Muchas veces Israel ha querido buscar la felicidad lejos de la ley que Dios le había señalado, pero no les hicieron caso y sufrieron las consecuencias. San Pablo señala hoy que la sabiduría que él les ha enseñado y que viven los cristianos, no es comparable a la sabiduría de los príncipes de este mundo. Su conocimiento no les llevó a acoger al mismo Hijo de Dios. No supieron reconocer la Sabiduría divina. Jesús, sabiduría de Dios, ha venido a llevar la Ley que Dios había dado su cumplimiento, a su plenitud. Jesús, nuevo Moisés, nos enseña un modo nuevo de vivir que es mayor que la Ley. Jesús da el verdadero sentido al Decálogo. Escucharle a Él es escuchar a Dios, y seguirle a Él, es seguir a Dios, y tener la vida. Sus últimas palabras del Evangelio de hoy nos invitan así: “A vosotros os basta decir sí o no” y a hacer con dos aplicaciones:                                          
     1ª.- Ser fieles a nuestra identidad de creyentes cristianos, como miembros de un país, como cristianos y miembros de la Iglesia.
     2ª.- Procurar que nuestra pedagogía, nuestro hacer se inspire en el de Jesús: Construir sobre el pasado para mejorarlo, pidiendo siempre a Dios: ”Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, enséñame a cumplir tu voluntad en cada acontecimiento de la vida”

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